miércoles, 29 de diciembre de 2010

Vuela, cielo nublado, cielo abierto para Layla.-

Me gustan los días nublados, no porque reflejan tristeza (cosa de la que no soy partícipe) si no porque a veces el sol aburre y uno quiere salir sin tener que soportar la luz sobre tus hombros o un bloqueador que dudas si en realidad protege o tú lo aplicaste muy tardecito para el efecto.
Hay un par de estrofas de "A day in the life" que me llaman extrañamente la atención y concuerdo con quien haya dicho alguna vez que hay una canción de los beatles para cada momento de tu vida. Si bien no es vida como tal, es bueno señalarlo.
"Me desperté, me caí de la cama, arrastré (?) el peine por mi cabeza. Encontré el camino para bajar las escaleras y me bebí el té, y mirando hacia arriba me di cuenta que llegaba tarde. Encontré el abrigo y cogí el sombrero, llegué al autobús en pocos segundos. Encontré el camino de subida por las escaleras y me fumé uno. Alguien habló y entré en un sueño."
Exquisitamente metafórico aunque no lo parezca, o a veces la metáfora es tan personal que uno ni se da cuenta de sentirla hasta que puede comprender cuando habla por su propio lenguaje.
Layla espera por mí en mi teclado, a medias, y yo espero por Layla cuando termine de redactar algo de lo que mi imaginación pueda dictar.
Hay incidentes que a veces ocurren y puedes dejarlos pasar o seguir encadenados a ellos. No me voy en contra de ninguno, sino que todo tiene su debido tiempo de existencia y límite, fuera de eso, no más, que se vaya luego. Por ese mismo sendero la micro, muchas veces incómoda y con pasajeros poco interesantes, me recordó la importancia de crecer mentalmente. Me gusta pensar pensar en la micro, estás solo, generalmente no puedes irte durmiendo a no ser que tengas una alarma personal que te avise cuando estás cerca (yo sí creo que exista, sino hubiese llegado a Peñaflor todas las noches después de preu) y puedes ir escuchando música pegado a la ventana mirando el paisaje, que por Talagante igual es bonito. Y más que con asfalto, el agujero está más que parchado con cemento y roca meteorizada, y no me revolvió tanto el estómago el haberme topado de golpe con la sorpresita, sino el verme a mí cada vez más roca y fría para esas cosas que creo que mis vías de escape redactoras tienen efecto después de todo. La micro me obligaba a pensar lo necesario para poder encontrarle una explicación a esas cosas y mi conclusión llega siempre a la frase de alguna cancioncita creo ya citada en otros textos. Ceratti cantaba que alguien le dijo que la soledad se esconde tras tus ojos, y me llegó de sobremanera darme cuenta de cuánto significado puede tener eso en situaciones como las que estoy viviendo. Haciendo un flash back, si po, el miedo más grande que tenía era quedarse solo. Y por lo que me dijo una persona muy sabia a mi parecer, la gente no entiende el significado de estar solo y lo ven como un aislamiento sin sentido. Cuando maduras te percatas que mientras más "solo" estás (dígase así para la gente que cree en el simple significado de no tener nada) más gente te acompaña. Paradójico, no? esa es la esencia, la paradoja de quien cruza el río. Pero cuidado con quien quiera hacer brotar maleza, hay que cuidar la boquita del enemigo del que ahora ya no sabes si llamarlo ente, cosa, eray o no sé. Lo digo porque creen que porque ya no forma parte de tu vida le tienes mala. Debería ser así? Señorita hasta la sepultura. Y te cuentan tantas cosas y putean creyendo que tú harás lo mismo. Esos cuentos me los sé más que harto y cierro mi boquita diciendo "si tienes algo que decir, ya sabes donde encontrarlo, ve y díselo" de nuevo la paradoja. La paradoja es la base del entendimiento, dice mi humilde condición de señorita soñadora y con una perspectiva amplia del mundo contemporáneo.
Hay que aprender a cerrar la boquita, no sabes con quién estás hablando a veces y si dices algo no jures que quedará en el sepulcro de su memoria, no faltará la ocasión para que suelte el cassette.
Tengo que colgar mi atrapasueños nuevo. Han sido tantas las pesadillas estos últimos dos días que prefiero creer en una leyenda nativa antes que seguir mortificándome en sueños, de cosas que no pasarán nunca.
Agradezco haber salido de todo ese círculo. Menos mal.

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