lunes, 25 de junio de 2012

El doble discurso - Los edukadores


                              



Vivimos en una sociedad donde el idealismo queda relegado a ciertos sectores, sectores que históricamente han cambiado el curso de la historia y transformado la realidad con su propio pensar, inquietudes y sueños.





Se ha de preguntar entonces cuál es el fin de cuánta revolución se haya gestado en el correr de los tiempos. De qué serviría entonces todo el afán por cambiar la estructura social desde su origen si son pocos los que toman la batuta para lograr una vuelta de tuerca entre la población.
El idealismo, señores, es la cuota que mantiene viva la llama de la esperanza para lograr una sociedad más justa e igualitaria. Lo anterior es muchas veces visto como “comunismo”, término manoseado un sin fin de veces  cuando se toma con fuerza la idea revolucionaria, pero es preferible pensarlo más allá de colores políticos: es el sueño de quienes logran mirar más allá de lo propuesto por unos pocos y creer que juntos se puede lograr algo distinto. Suele relacionarse también como un “pensar con el corazón” o “ser poco racional”.
Aquí influyen otros factores relevantes en cuanto al sentimiento de libertad y conciencia social se refiere. Si miramos hacia el pasado (y si también nos detenemos en algunos hechos concretos del presente) todo este “florecer de ideas revolucionarias” nace en el corazón de gente joven. Señalemos algunos casos: Los Hippies en los 60’, como una contracultura, una “nueva izquierda”, un quebrantamiento de las ideas convencionales de la sociedad de esos años en miras a un cambio drástico tanto artístico, político y cultural, que busca una identidad que refleje las ganas de cambiar su situación actual (contexto guerra de Vietnam). No es menos señalar también la Revolución Cubana, en donde son líderes jóvenes y carismáticos los que lograrán transformar la realidad de su país, teniendo como frente un ferviente deseo de justicia y libertad por su pueblo. (Aunque luego se vería la parte negra de tal idealismo)
La pregunta es por qué es gente joven la que engendra esta revuelta colectiva que mueve masas, corazones y trastornos a los altos mandos.
“Los Edukadores” (película Alemana, 2004) es un testimonio audiovisual evidente de los tiempos que vivimos hoy y que hemos vivido siempre.
El anarquismo es una semilla sembrada en cada una de las personas, sea consciente o no. Suele verse actualmente como algo negativo y utópico, pero lo cierto es que es la antesala de desligarse de las cosas mundanas y pensar por uno mismo, si se quiere ver de una forma metafórica. Es ir contra los cánones establecidos y abrir la puerta a una revolución mental, una inquietud que surge cuando se pronto nos percatamos que algo anda mal y hay que remediarlo.
Ese anarquismo es reflejado vivamente por Jan y Peter, quienes por medio de actos simbólicos (y podríamos llamarlos también poéticos) pretenden “educar” a la gente que ha perdido la noción de lo netamente importante y que ha condenado su vida al consumismo, materialismo y el dinero. Hacen notar que hay gente que sufre en el mundo a causa de las injusticias relacionadas con el dinero, causa de todas las desigualdades y que en la actualidad rige muchos aspectos que para la mayoría de la sociedad, ciega a estos hechos, pasan desapercibidos.
Es importante también la figura de Jule, una muchacha que representa la desdicha de vivir encadenada a una deuda producto del materialismo y la falta de sentido humano de quien posee más. Una realidad conocida por muchos pero muy pocas veces denunciada, lo que hace notar que esta sociedad, cada vez más ciega, es culpable también de sus propias desgracias, al no hacer nada por remediarlo.
Pero ella también tiene una voz para reclamar por sus derechos y por lo que le parece indignante, (para ello hago referencia a la escena de la protesta en la calle en contra de la explotación de niños de una reconocida marca deportiva), pero más llamativo aún resulta el hecho de que en todas las causas que parezcan justas, las autoridades, fuerzas especiales, gente de alto rango, etc. silencie todo aquello y lo disfrace nada más que de “desórdenes en la vía pública”.
Estos tres personajes tienen ideas muy parecidas, es la juventud misma tratando de cambiar el mundo, dándose cuenta de que hay algo que no funciona bien y si no se toma la iniciativa, pues nadie lo hará.
Pues, bien, ahora hago referencia al otro punto importante de este ensayo y al personaje característico de esta película y de la sociedad en general: el doble discurso y su representación misma en la figura de Hardenberg, un millonario aparentemente sin corazón que tiene encadenada la vida de una muchacha simplemente por un automóvil que no vale más que como “otra cosa más” en su vida.
Luego de que las cosas no salieron como se pensaban (y fue precisamente por la irresponsabilidad propia de los jóvenes) y ocurre el secuestro, se dan cuenta de que este particular personaje esconde tras sus gafas un corazón idealista, de que su pasado es el mismo presente de la juventud, llena de sueños, ideales, lucha  y conciencia social. También quiso cambiar el mundo, también alzó la voz por una sociedad más justa.
¿Qué ocurrió? ¿Qué pasó?
Es la respuesta que se viene oyendo desde hace tiempo. O faltan convicciones o falta concretizar tales ideas. O puede ser incluso el mismo argumento que él da cuando los edukadores le preguntan qué ocurrió que se transformó todo.
“Si tienes menos de 30 años y no eres comunista no tienes corazón... y si tienes mas de 30 y lo sigues siendo... no tienes cerebro...” Palabras citadas de Churchil.
Si, es conocida esa historia, y varia gente concuerda en que toda aquellos que tienen una causa justa y un puño que levantar, se aburguesan luego cuando trabajan y ganan su sueldo. Y se olvidan de aquella causa justa y el puño en alto.
Triste pero cierto. Y lo más duro es que cuando cambia esa forma de pensar y la vida se rige por lo material e intrascendente, comienza el ser humano hacerse cada vez menos persona. El final de la película demuestra eso: por más que uno trate, hay gente que nunca cambia. Por más que uno persuada con buenas intenciones, palabras bonitas y bien decoradas, lo que realmente hay detrás de todo aquello nunca es posible observarlo bien y detenidamente más que con actos mismos. Y es que la gente es tan engañosa y ciega a la vez que esto seguirá dando vueltas en círculos, infinitamente, todo a causa del dinero y lo que la gente puede llegar a sentir por él.

Es el doble discurso de una sociedad dañada, es el por qué de que la revolución verdadera ahora parezca algo tan lejano y efímero.
Entonces habrá que abrir los ojos y lograr que ese espíritu efervescente de la juventud no se lo lleve el polvo y la opresión de quienes alguna vez lucharon por la misma causa.

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