domingo, 24 de julio de 2011

Fusil

Inconciencia amenizadora, fluir del pensamiento, corriente abstracta, un palo al suelo, dos más y caigo en un delirio demencial y oh si, cómo duele y qué frágil es, cómo vuelve a la vida y escucha la tos del perro por la ventana mientras deslizas la mano por la cama en busca de un halo cálido, quizás y porque no, inconciencia es lo que grita tu interior, cómo clama y cómo quieres tomar un café en Bellas Artes, mirando los árboles, recordando un viejo dicho que por más que quieras es falso, y te cruje la espalda y estás pensando en tu amado, está mareado, quieres viajar pero no tienes ni auto ni plata ni sabes manejar aún, y su casa queda lejos, no tanto como la tuya pero sí lo suficiente para escupir el suelo y recordar que estás delirando de sed impotente, no puedes decir nada, no puedes pensar, no puedes salir y Charly García te dice algo de temor a este sentimiento, apagás la radio (pero qué ché argentino) y esfumas el aliento de papel y manzanilla en unos cuantos susurros urbanos, mentales en su mayoría, imaginando historias, ensayos de obras que jamás se estrenarán, y oh si, el teatro y su misticismo mágico, se revuelve el estómago, punzan espinas en tus sienes y todo se vuelve oscuro, y es hora de cerrar los ojos y bajar el telón, se termina la función.

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