Estoy conforme conmigo misma, por fin participé en el Stgo en 100 palabras y aunque no gane nada en el futuro, el mérito acá fue inspirarme y ponerme a redactar sin que se me venciera el plazo en el momento. Yo me aplaudiría a mí misma, son re pocas cosas a las que puedo sacarle provecho y esta es una de ellas así que me gané un jumbito, the real jumbito de Maravillozoo pa' la Cata.
Estoy escribiendo acá mientras se carga Vanilla Sky en Cuevana porque - y me carga admitirlo- sucumbí ante la tecnología del cine pirata cómodo y efectivo mediante computador. Me gusta el romanticismo de ir arrendar una película, ponerla en el dvd, preparar toda la cháchara que corresponde al momento y disfrutar del filme sin que se te cruzara una cabeza enmarañada por la pantalla ni cuando hasta en el peor chiste escucharas carcajadas varias, peeeero los Blockbuster ya murieron y el cine es caro y los computadores son masivos y casi todos pueden acceder a internet. Corta. Aún así sigo prefiriendo el cine, las traiciones, los enigmas, el whiskey malo, los óleos, el amor, los escenarios, el hambre, el frío, el dinero y mis diez tías. Oh, Fito Páez, siempre achuntándole al clavo, siempre al lado del camino, como yo también quiero ser.
Voy a empezar a probar suerte en concursos de diversa índole. Por lo menos ya tuve éxito en Retratos de la memoria del Museo de Bellas Artes, cosa que no es menor tratándose de enmarcar a tus abuelos en el museo de arte más importante del país. Ahora veremos qué pasa en el tema de la fotografía digital o de la literatura, en volá pasa algo con el Stgo en 100p y eso me motiva a seguir creando historias capitalinas con un dejo de ironía y humor a la vez. Juan Lennon y su Abbey Road de Baquedano no sería menos, pues, y tendría que imaginármelo de carne y hueso para poder fotografiarlo mentalmente y después pintarlo con acrílico y presentarlo en sociedad para que toda la farándula universitaria se enterara de su hobbie matutino con café y medialunas en mano. Hasta puede que me dé el sentimentalismo de hermandad y le ponga poncho de huaso y un gorrito de llama, y lo monte a caballo y lo obligue a terminar todas las frases con un che rotundo que marque sus patas cortas, su cara africana y sus ojos rasjados. Ese sería mi Juan Lennon, un hijo de la tierra medio latinoamericano que siempre busca parecer lo que no es.
Empírico
Words are flying out like endless rain into a paper cup, they slither while, they pass, they slip away across the universe- Across The Universe, The Beatles
sábado, 9 de marzo de 2013
lunes, 11 de febrero de 2013
Deja que el tiempo cumpla su estatura
"Sube conmigo, amor americano
besa conmigo las piedras secretas.
la plata torrencial del Urubamba
hace volar el polen a su copa amarilla.
Vuela el vacío de la enredadera,
la plata pétrea, la guirnalda dura
sobre el silencio del cajón serrano.
Amor, amor, hasta la noche abrupta,
desde el sonoro pedernal andino,
hacia la aurora de rodillas rojas,
contempla el hijo ciego de la nieve.
Oh, Wilkamayu de sonoros hilos,
cuando rompes tus truenos lineales
en blanca espuma, como herida nieve,
cuando tu vendaval acantilado
canta y castiga despertado al cielo,
¿Qué idioma traes a la oreja apenas
desarraigada de tu espuma andina?
Amor, amor, no toques la frontera
ni adores la cabeza sumergida
deja que el tiempo cumpla su estatura
en su salón de manantiales rotos,
y entre el agua veloz y las murallas,
recoge el aire del desfiladero,
las paralelas láminas del viento,
el canal ciego de las cordilleras,
el áspero saludo del rocío,
y sube, flor aflor, por la espesura,
pisando la serpiente despeñada.
Ven a mi propio ser, el alba mía,
hasta las soledades coronadas
el reino muerto vive todavía."
Amor Americano - Los Jaivas
(bueno, en verdad los versos son de Pablo Neruda)
Preparando motores
Me gustan, me estremecen los días nublados. Como que veo las
nubes grises contrastando con un cielo un poco más gris y empieza un sonido
interno de ultratumba que me incita a sentarme en la calma quieta de cualquier
paisaje e interpreto su belleza de una forma más honda. Quizás sea mero cliché
mío de pensar que los días soleados están muy manoseados con el quehacer
cotidiano, perdiendo la belleza que no se aprecia en medio de la multitud.
Recuerdo bien ese día en que llovió en Viña del Mar, pleno veintitanto de
febrero con todo lo que se llama y denomina arena repleta de cuerpos estirados
esperando broncearse. Apenas el cielo se nubló, todos partieron corriendo cual tsunami
fuera, y obligué al Pablo y la Lore a quedarse porque estaban ya siguiendo la
manada en dirección a la casa, por allá cinco norte.
Fue lo mejor, sin duda, de toda esa estadía tediosa en lo
que sólo importa es cuán teñido tenís el pelo o cuantas operaciones tenís en el
cuerpo, por indicar sólo la superficialidad del asunto. Y no es que sea una
cabra amargada con la cara larga craneándome tonteras, sino que me choca un
poco todo eso de la pipol en exceso que pide grito y plata por lo que más marca
tendencia. Que la playa, que moviéndose en 3 2 1, que andar con un chalequito
de llamas, chascona y con mochila parece ser lo más rasca del mundo. Fuera de
todo aquello, Viña es bonito, pero siento que vamos sólo porque al jefe se le antoja,
como si no supiera que si no fuera por mi bici, los libros y mis ganas de
caminar y correr, estaría como ostra aburriéndome en medio del gentío exacerbado
que ronda por Avenida Perú, Avenida Libertad, Dos, Tres, Cuatro (suma y sigue)
Norte entre otras cosas dicharacheras. Lo bueno es que tengo a Valpo al lado, y
esta vez si que si no perdono al puerto en bici. Tendré que llevar como
23423435 cadenas para amarrar la bici si es que me dan ganas de sentarme frente
al mar o pasar a alguna feria de artesanía. Aunque bien caras son, de eso no
hay duda. Es como si Chile quisiera espantar a todos los gringos habidos y por
haber con sus precios estrambóticos, me dan como hasta ganas de hacer una
crónica con respecto a eso. Aunque son sólo ganas porque sé que al fin de
cuentas sé hasta por ahí no más lo que trata una crónica y ese de “haré algo”
no se hace si no es espontáneo de ese mismo momento, antes no. Antes sé que
será un fracaso.
Si hay una manía que tengo es coleccionar té. Bueno,
coleccionar aros también. Cada té en su lugar, en cada espacio correspondiente,
si no hay la suficiente variedad (variedad= 4 especies o más) me deprimo en
cuanto al té y no soy digna de poner una caja “surtida” sobre la mesa. Es como
el pan para los invitados, o el traguito para los más elevados.
Coleccionar libros también me deja el alma en paz, apreciar
los distintos títulos y autores que incitan ciegamente a leerlos. Un Galeano
por ahí, un Vargas Llosa por allá, y caigo en una especie de euforia cuando
pago por un ejemplar y me lo llevo en una bolsita, mientras en el camino me
pregunto si habrá el espacio suficiente para depositarlo como corresponde. Me
acuerdo que no, pero soy buena armando espacios en la maraña de cachureos que
me gasto así que me encojo de hombros y qué más da. Es como la obsesión que
tienen las minas un poco más fifís con los zapatos (zapatos= chalas, botas,
chalabotas, etc.) Si me habrá de dar una obsesión repentina e inesperada de
consumo desquiciado de zapatos, me acordaré de este escrito y esperaré
calmarme. Es muy probable que me dé, no al cien por ciento por supuesto, pero
las tendencias de esta sociedad de consumo así lo señalan, y una no puede
hacerse la lesa diciendo que no le va a pasar, si las obsesiones están y por
ahora me da a mí con estos cachivaches.
Ahora estoy en mi centro de operaciones escribiendo una
especie de pensamientos fluidos e ideas varias. También tengo abierto Gmail
para escribirle al caballero que conocí en el viaje de La Paz a Uyuni, un
boliviano re simpático que me dio su tarjeta para que siguiéramos en contacto.
Don Samuel, para ser exactos. El viaje que hice me trae muchos sentimientos
encontrados, pero eso es digno de escribirse cuando la inspiración esté de
lleno y no esté escribiendo cosas vanas
para calentar la mano y acordarme de cómo redactar. Es como todo en la
vida, señores, sino se practica, se muere la magia. (Atiéndase cualquier
pensamiento a este comentario). También temo que el reciente libro que leí, “Las
Dos Orillas del Elba”, me deje adherido esa forma de escribir tan rapidita y
poco profunda que no acostumbro a leer. Más tiene pinta de ser un libro que se
apuró en su redacción que en un psicoanálisis de las vivencias humanas en la
Alemania Oriental de posguerra. No soy quién para criticar, no tengo título de
aquello, pero sí sé cuando un libro me deja con algo dentro, un deseo de
continuar la historia en algún inexistente lugar, y cuando un libro me lo quiero terminar rápido
por compromiso. Siendo sincera, es eso lo que me pasó con esta novela y espero
remediarlo con los libros que adquirí allá en el Mercado Lanza de la ciudad de
la Paz, Bolivia. Por lo menos sé la buena crítica que tiene “Las Venas abiertas de América Latina”,
de Galeano y como ando tan ávida de conocer y aprender muchas cosas,
aprovecharé estos instantes pre universidad para poder llevar a cabo nuevamente
mi equilibro espiritual que me viene todos los años de una forma despiadada,
donde leer y explorar los conocimientos que hacen íntegro al ser humano están a
flor de piel. Llegué con otra altura de mira de mi tan ansiado viaje.
Oh melón, dulce y verdoso limón, ¡qué exquisito estabas! Deberían
hacer una campaña para que la gente tomara más en cuenta tu poder de llegar a
cada sensación en la lengua.
El té se me enfrió. Perfectamente podría haberle puesto unos
cubitos de hielo para que así se enfriara más rápido, pero eso sería un castigo
contra él. También soy maniática en cuanto a eso, sólo a un té que no me gusta
tanto le puedo agregar agua helada. Si no, no. Y debe enfriarse hasta estar
tibio tirao pa’ helao, porque odio quemarme la lengua o que me dé calor. No lo
soporto. Quizás por eso me gustan los días nublados, porque el calor te deja en
paz por un rato y puedes hacer más cosas fuera como pasear al Tito, leer un
libro en la plaza, correr o salir a caminar terrible forever alone por las
calles de cualquier lugar. Ah, bueno, salir a la capital y no morir en la micro
ni en el metro y poder juntarte digna y estoica con quien sea que te vayas a
encontrar. Porque si he de salir ahora, saldré, tengo mis motivos ahora que la
vida, siempre muy sabia pero a veces apresurada, me muestra de a poquito el
camino que debo seguir en cuanto a eso. Dos pololeos felices, uno ahí no más,
una relación extraña que no se concretó, otra relación extraña que hacía ver a
medio mundo que iba de viento en popa y terminó con el comienzo de otra
relación que partió como el más lindo cuento de hadas y que desencadenó en la
cosa más bizarra del planeta, son razones suficientes para hacerme entender que
es mejor cuando no se tiene nada seguro, así las cosas tienen larga vida aunque
no tengan nombre ni sepamos a dónde vamos a llegar. Porque eso es lo que ocurre ahora con susodicho. Y es
que me siento soltera sin compromiso pero con algo. Me siento como una persona
libre de culpa en cuanto a todo pero pensando y divagando acerca de cómo se
dieron las cosas y si al final de cuentas es mero orden de la vida o – como personalmente
defiendo- es cosa del destino. Porque sí que estoy frente a un hombre
inteligente que me hace razonar como alguien madura y no por meros
sentimentalismos. El sentimentalismo en exceso mata, la razón en exceso te
vuelve ciego. El término miedo es lo que estoy viviendo ahora, con una
indagación en lo profundo hacia mi propia interioridad, sin rendirle cuentas a
nadie pero haciendo y diciendo sólo lo que me nace y no lo compromisorio o lo
que debería responder de vuelta. Una aprende, al fin de cuentas, que amar se
trata ya de algo mucho más profundo y maduro que creer que uno conoce a la
persona en todas sus facetas y respetarla por ello. Terrible error. Lo más precoz
que aprendí es que uno nunca termina conociendo a las personas. Entonces, ¿es
posible realmente tener esa cosa divina del llegar y decir un “te amo” a tontas
y a locas? No por ahora, no por lo menos yo. Yo no vuelvo amar (si es que he
amado realmente porque ahora estoy cuestionándome el trasfondo de todo este
asunto enredoso y enmarañado) hasta que algo distinto a todo lo convencional me
mueva piezas internas, y eso, señores, no lo he vivido yo y no creo que alguien
lo haya vivido en su inmensidad a mi corta edad. Lo que se vive ahora es lo que
botó la ola del enamoramiento adolescente y que uno lo confunde como quién no
quiere la cosa como un amor verdadero, pensando que sólo por tener unos añitos
encima la cosa cambia brutalmente. Dos viejos tomados de la mano en una plaza
se aman, pero no me atrevería asegurar lo mismo de la Young people que me
rodea. ¡Es que uno dice cada disparate de repente! Es como si uno dijera te amo
como quién vende fruta en la feria y le grita a todas las caseras lo mismo. ¿Habrá
algo distinto en la forma de sentir? Capaz
que no lo sepa hasta harto más, si es que mi pepe grillo interno me logra decir
que me pegue el alcachofazo y que no por desconfiada me retenga a tantas
emociones. Es que me estoy volviendo una mina que se pregunta demasiadas volás
y no se da cuenta de que mientras escribo podría perfectamente ver el pasto
crecer fumándome algo. Fumándome digo, porque me refiero al pucho del subconsciente,
acá no fumo por razones obvias, no fumo ni fuera, tabaco, diría yo.
Ya son las cinco y están quedando las sombras del té, como
les digo yo a esas cosas que alguna gente que se cree mística lee y las
interpreta. Igual debo confesar que sería chori poder interpretarlo y ver el
futuro, pero le pierde toda la gracia al asunto de vivir la vida, se contradice
con los postulados populares del carpe diem y sé feliz y todo eso en que la
gente sale en la tele saltando y sonriendo. Igual es mágico lo que todo lo
audiovisual te trasmite, como una foto en mute puede no producirte nada pero si
le agregas a esa foto un mensaje y una canción a lo Sigur Rós te cala hondo y
te ponís a llorar cuál Magdalena. La magia del mundo no tocable. La magia de
las películas alternativas y del cine en general que pueden tenerte más de una
hora con los pelos de punta, sonriente y a carcajadas o con el moco tendido y
los pañuelitos al lado, mientras por tu cabeza aparece el manso chocolate para
seguir con la tendencia rosa o también aparece Mr. Darcy desde el fondo de una
pradera, a pleno amanecer, a buscar a Elizabeth Bennet, esa Elizabeth que
rasguñarías puertas y vestidos para que fueras tú. Todas las minas somos unas
señoritas que esperan paisajes de película y versos clichés, me incluyo. Pero
eso no viene al caso. En una hora más voy a correr por acá cerca de mi casa,
ojalá llevarme a mi hermano chico para que salga un poco de la cueva del
Milodón y que se llene se un aire semi fresco y semi limpio, por lo menos más
limpio que el de la capital. Mañana iré a darme una vuelta por allá por el
centro, a ver si se me pasan los monos que deja esta cosa llamada menstruación,
y quizás sólo el hecho de ver a la persona por la cual te pasan cosas te llena
de una alegría y paz incalculables.
Por vez primera (si, he dicho miles de veces que por vez
primera esto y que por vez primera esto otro) siento que no soy superficial en
cuanto a ciertos aspectos. Quizás es una nueva oportunidad para vivir otras
emociones y no nutrirse de lo mismo. Sería bueno un cambio drástico en mi
manera de ver las relaciones y poder convivir con ello sin más problemas que
los típicos. Aunque creo que, al ser
esto no tan típico, puedan florecer cosas impensadas en el camino que me
envuelvan en más preguntas. Espero silenciarme en el acto, porque si no, no
veré el pasto crecer y pasarán los días, meses y años pensando en que sigue
corto, tal como la primera ‘pasá de máquina’.
sábado, 17 de noviembre de 2012
Qué grande eres, Borges.
Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre tomar una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender... que los besos no son contratos y los regalos no son promesas.
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges
Viaje Perpetuo
Otra vez habrá que sacar telarañas, más eso no influye en todo lo que uno desearía expresar ahora que escucho Dauðalogn de Sigur Rós, como una postal de ensueño bajo la que me cobijo en estos momentos, cual fuera un cometa para pedirle un deseo y rezar, rezar de desesperación, rezar por tomar aire y regresar al fondo donde me ahogo siempre, rezar y pedirle al universo que junte los astros y pueda vivir mi viaje perpetuo que tanto deseo y anhelo continuar en mi vida.
Es como estar en el atardecer donde la nada y el todo se unen para formar un lazo bajo el cual uno se queda boquiabierto con las maravillas del universo. Un indicio de vegetación abrumante, destellos cegadores, luces anormales, vida por donde se le mire y querer correr y correr, escapar, vivir una utopía de cultura diferente, al son de ecos en el fondo del Amazonas, tal vez, o en lo alto de una montaña donde el hombre se sienta tan insignificante que deba agachar cabeza y mirar la punta de sus pies con la humildad ya perdida en estos tiempos en donde nadie es capaz de mirarse a los ojos.
Donde una maldita máquina interconectada puede hacer desaparecer hasta lo más escencial, donde el engaño es fuente de inspiración para poetas modernos, donde la vida se encoge bajo una risa triste, detrás de un telón, en una obra de teatro jamás estrenada en tiempos actuales, en la estabilidad de lo normal, en lo rutinario del día a día, en las obligaciones mundanas y el tono estresante de hablar, ese hablar profundo que cada uno oculta como si no quisiera la cosa, un valtari, una discriminación no presencial que mata y atormenta lentamente.
Es donde el paisaje gris se vuelve hermoso, o quizás lo note hermoso ahora que mi estado pide a gritos un cambio, un aislamiento, un renacer de nuevas ideas, un querer estar mirando frente a frente a un hombre sin nada, sólo con sueños, y un hombre que entienda el lenguaje del mundo, el lenguaje que se esconde en el patrimonio que cada hombre forma de sí mismo y luego lo olvida.
Tirar piedras al mar, que ellas se oculten bajo sus profundidades cayendo lentamente, en cámara lenta, golpeando el suelo submarino al ritmo de una canción melancólica.
Oler pasto mojado, bajo un cielo gris con plena brisa despeinando todo cabello alcanzable, un dos tres y tres imágenes sucesivas con distintas perspectivas, que te peinas, que te despeinas, que alzas los brazos y miras una cámara polaroid sonriente, sin nada más que decir que lo expresa tu sonrisa.
Que el elefante de algún recóndito lugar del mundo moje los árboles de la sabana a pleno atardecer, donde las estrellas comienzas lentamente a despertar para alumbrar un cielo lleno de ilusiones, cielo que ve en los animales la esperanza del mundo, la esperanza de poder continuar con el mensaje de la vida.
Un río que corra entre árboles, moviéndose con la rapidez que le permite un amanecer lleno de promesas, en algún lugar lejos de acá, lejos... lejos para morir ahogado sólo con el perfume suave de todas aquellas maravillas.
Flotando en un lago, dos personas homosexuales se miran felices, en un mundo que para ellos es único, radiante, bajo el atardecer gris, con frío, pero frío que nunca más volverán a sentir en el corazón como en aquel mundo cruel que nunca los aceptó y que siempre los recriminó escudándose en la "naturaleza" de las cosas. Hoy, la verdadera naturaleza los cobija en el lago, mientras con los ojos a lo alto cada uno mira su destino trazándose en aquellas nubes prometedoras, con una sinfonía tan dulce que permite llenarlos de gozo, y amor.
En cielos de campo abierto, en lagunas de pasto verde, en ojos de cada ser que habite un mundo nuevo, se escucha una nueva canción. Un pez que flota feliz de que el poeta con aires de tristeza no pueda retratarlo en su mundo normal, sonríe con sólo pensar en que por fin sus pensamientos serán escuchados.
Si pudiera expresar lo mucho que siento en estos momentos, sería un trastorno digno de ser estudiado.
Hay hombres que no saben cuánto vale cada cosa, la dejan pasar, se dejan estar, viven en una estabilidad emocional fija, una línea horizontal sin variaciones, siempre lo mismo, como si el mundo no fuera lo suficientemente dinámico como para no dejarse influir por ello.
Es como la música, que viene y va, siempre mostrándote, en tu propia percepción de las cosas, que las cosas nunca están fijas, que los sentimientos cambian, que la vida fluye, que la monotonía es un cáncer para los tiempos modernos, un verdadero sida, una enfermedad que hay que dejarla ver en plenitud para recién comenzar hacer algo.
Mi viaje perpetuo sería, por así decirlo, dejar todo lo mundano para que lo realmente importante para mí me dejara acariciar con las manos de un pintor, de un actor, de un errante, de un artista con ojos de soñador.
El dinamismo que quiero para mi futuro, recorrer, conocer, hablar con el alma máter que rodea todo lo maravillosamente posible y escapar, escapar de mis pensamientos propios, esos que no me dejar pensar, esos que me obligan a estar sentada frente a unas hojas de papel, a encerrar la imaginación bajo cuatro paredes, convenciéndote que no eres absolutamente bueno para nada.
De qué viviría entonces el hombre, me pregunto yo, con tanta parafernalia rodeándolo, si al final se pasa la vida comprándole pilas al reloj de su propia vida, dejándola pasar tristemente, y perdiéndose un mundo cegado para todo, tan diferente, tan hermoso, tan inspirador que a una le cuesta dejar de escribir y refregarse los ojos con agua para evitar las lágrimas.
Si alguien pudiera comprender que hay cosas más importantes en la vida, si alguien pudiera dedicar un paisaje, una canción, si alguien pudiese escribir en hojas de papel tantas cosas... no tendríamos un mundo tan deteriorado por las enfermedades antes mencionadas.
Y querer hacer de mi vida un viaje perpetuo no parece un sueño solamente, es una realidad que en la actualidad me transporta un piano al son de la música conmovedora y casual. Querer llorar, pero de emoción.
Querer sonreír y llorar a la vez, llorar ahogadamente pero feliz por lo maravilloso que parece todo.
Llorar con pena porque alguien aún no puede entender tu mundo
Por ser gente sustituta
Por crear un estereotipo de gente anómalo con tiempos modernos
Porque parece más importante dar la mano y caminar juntos en la misma dirección, en silencio, que atorarse con vicios mundanos.
Porque una fotografía parece ser el invento más maravilloso para retratar con creces el mundo en que vivimos.
Sentarse a tomar un té frente a un lago y hablarle al lago como si fuese tu hermano
Abrir los brazos abrazando el aire, y llorar de emoción
Deleitarse por el cómo crece una flor en medio de la nieve
Sentirse menos por quejarse de lo más mínimo
Sentirse grande por estar en lo alto de un mundo en lo que nada vale
Darte cuenta que los pasos los camina uno en cuánto más aprende
Que la vida es un aprendizaje
Verte a tí misma de espaldas tocando un piano, al lado de una ventana que da a algún callejón de París, en blanco y negro y toda despeinada.
Oír los pájaros y querer arrancar de todo, seguir el vuelo de los pájaros
Reír, cantar, saltar, tirarse al pasto, amar
Volver a llorar, muerta de la risa, como una lunática que no puede controlarse
Besar las huellas de algún animal poderoso
Respirar libertad
Mirarte a los ojos y no ver nada
Mirarme a mí misma y ver que no estoy en este mundo, que mi mundo está a kilómetros de distancia.
De querer dejar caer mi pared y que me acuchilles con lo que parecía un simple juego
Volver a construir mi pared, esta vez con roca de mar.
Pararse sobre mi muralla y sentarse con los pies colgando, pidiéndole deseos de paz a una estrella fugaz.
No querer volver nunca al mundo terrenal, quedarse en el mundo ultra terreno.
Querer ser lo que nunca fui
Querer escribir cuanta cosa quiera
Volver a mi mundo, y llorar, llorar de pena.
sábado, 14 de julio de 2012
Maní confitado en el centro
Celeste Mocci parecía ser la única que sonreía en aquel mar humano que iba y venía de la Alameda para abajo, acaso fuera porque era viernes y el clima parecía menos hostil que lo habitual o fuera tal vez porque sentía las ganas de sentirse feliz de la nada, espontáneamente.
Se paseó por San Diego mirando libros, preguntando precios, admirando las distintas portadas que ofrecían libros de diversos autores. Al final preguntó por Altazor y pagó por él un precio justificable para su humilde condición de estudiante.
Los doscientos pesos que ahorró en la cotización los gastó en una bolsita de maní confitado en la esquina de San Diego con la Alameda, kiosko preferido por generaciones en la familia. El entrañable olor a confite le recordaba a menudo tiempos pasados, el colegio, la infancia, las etapas en que las cosas más simples parecían ser las más lindas.
Caminó unos cuantos pasos hacia la torre entel, se sentó en una banca y miró detenidamente el palacio de la Moneda.
De pronto, y sin premeditarlo, unas lágrimas rodaron por sus mejillas mientras abría su bolsita de maní.
El sólo hecho de imaginar el palacio gubernamental bombardeado y ver el Santiago actual, estremecían hasta lo más profundo el corazón de Celeste.
Todo aquello la emocionaba en demasía.
Todo Santiago parecía un mural de memorias silenciosas.
jueves, 28 de junio de 2012
Minimalismo
Volver al útero, le contaba yo a una amiga. Madurar, me decía otro amigo. Un cambio que simbolice tu estadía actual en tu viaje eterno, me aconsejaba un gran amigo, cosa que pudiese recordar para siempre lo que esto ha de significar para mi. Un paradigma distinto que ofrece el día a día, un cerrar de ojos y la desaparición extraordinaria de todo sentido y que a la vez tome cada vez más fuerza es incomparable.
No sé si sean remolinos o el sonido mental de perspectivas cromáticas, lo cierto es que estos trances son los que más disfruto.
Viaje ultraterreno más allá del universo, tomar la tierra, mojarla, quedarse oliendo aquello por siempre, toda la eternidad, somo un soplido de vientos cansados ya de tanto recorrer el mundo.
La introspección toma más sentido cuando notas en tu forma de andar un cambio. Pero hablo de un cambio real, un pensamiento sólo es la antesala a los hechos posteriores.
A veces me he de preguntar si las cosas que más complejas parecen son las que resuenan en la eternidad como consecuencias de presagios inexplicables y a la vez tan evidentes que cuesta hacerse el ciego. O también puede como no puede ser. Si hay algo que he sacado en limpio de todo este proceso es que todo puede pasar. Hasta lo impensado y lo aparentemente imposible. Como ligarte tanto a alguien y luego desligarte sin sentir nada y a la vez sentirlo todo. Una conexión no mundana, un significado distinto, un amor que no se encasilla en ningún libreto rosa ni mucho menos. Podría ser perfectamente esto lo que más marcaría mi estadía por aquellos lugares y sin duda alguna lo más curioso y excepcional.
Té para tres acompaña la segunda noche en que trato de escribir el relato, a ciegas quizás, o tal vez algo confusa. Un poco de miel no basta. El eclipse no fue parcial, y cegó nuestras miradas. Te vi que llorabas, te vi que llorabas por él... Un sorbo de distracción buscando descifrarnos, no hay nada mejor.
Hoy me siento mejor que ayer y sin duda mañana me sentiré mejor que hoy. Esto es un ascenso constante y ondulante en algo atemporal y sin embargo sucede a cada momento.
No sé si podría encontrar las palabras exactas para describir esa extraña sensación, ese presentimiento, como habría de retratar muy bien Cerati en Un misil en mi placard (versión unplugged para ser más rebuscados. La original simplemente me desagrada) pero prefiero intentarlo.
Veamos... mi amigo me dijo anteayer, mientras caminábamos tomándonos un café por la calle Miraflores, que había leído a Kierkegaard con Diario de un seductor y concluímos en que las cosas que no parecen ser nada concreto son las que más perduran, las más extrañas, las más conmovibles y las más estables dentro de su propia naturaleza inestable.
Personalmente creo algo así, son las que más te hacen reflexionar y más te hacen apreciar pequeños detalles.
También está el crecimiento personal cuando llega determinada etapa en tu "auge de sensaciones" como prefiero llamar a la juventud. Una montaña rusa, le dije a él. Hoy? hoy todo parece doler cada vez menos y el refugio espiritual parece ser una buena alternativa para ir escalando en esto que se llama madurar. Por lo menos así lo tacha la sociedad y esa es la percepción que me han inculcado a mí.
Como oveja extraviada creí perderme durante un momento, luego volví a tomar mi ruta y me adentré en mi hermético e impermeable círculo vicioso de deberes románticos. Sola y sin sentir la necesidad de alguien, sólo de caminar yo y dirigir mis pasos sin sentir obligación alguna de rendir cuentas de mi itinerario a nadie. Creo que durante aquello sonaba el tocadiscos mental (que a menudo nombro en mis relatos) con la canción Lucky Man,
"Felicidad, mucha o poca, es sólo un cambio en mí, algo en mi libertad. Oh, mi felicidad viene y va. Te vi mirándome, viéndome cada vez más afiebrada. Sólo sé en dónde estoy.
Pero, ¿cuántas esquinas debo doblar, cuánto tiempo tengo que aprender que todo el amor que tengo está en mi mente? Bueno, soy un hombre con suerte, con fuego en mis manos.
Felicidad, algo en mi propio lugar, estoy desnudo sonriendo, no siento la desdicha con quien soy.
Espero que me entiendas, tengo un amor que nunca morirá."
Creo que en lo que uno hace, uno proyecta, uno decide, se va haciendo más seguro de sí y eso se transmite de una forma hermosamente honesta a los que te rodean.
Sin pensarlo me dije que sería bueno darte a conocer ese mundo interior inentendible a muchos pero quizás atractivo para ti, alma en mil pedazos. Haciendo referencia al Lobo estepario, el teatro significa para mí un sin fín de emociones, un arte inigualable, en donde todo puede ser como no ser, un teatro mágico, simplemente. Y es cuando de manera extraña todo comienza a dar giros y comienzan a florecer sensaciones distintas. Tú fuiste una sensación completamente distinta a lo convencional, y el lenguaje del mundo comenzó hablar por nosotros. Cortázar no podría tomar más sentido para mí en todo el transcurso de esa maravillosa semana.
"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra"
Los encuentros fortuitos eran curiosos y amenos, por lo demás. Era una conexión especial, una suerte de complicidad muda que cada cual sabía bien, más no podíamos dar por sentado cualquier idea. Vivíamos en la constante duda si realmente esto podría estar pasando entre ambos.
"Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos."
Y creo que así fue, en efecto, como todo empezó a nublarse y de pronto éramos sólo tú y yo flotando en algo inestable y difuso a la vez. Éramos dos almas errantes en sintonía. Tú con tu existencialismo momentáneo y yo con mi aferro al hermetismo y configuración de mi mundo.
Abrimos juntos las puertas de aquello y nos paramos bajo nuestros propios umbrales, y sólo pude ver un halo de luz traspasando la puerta. Tú quizás viste un poco más, pero fue por descuido mío, o puede ser por incentivar a la curiosidad del mirón, como suele llamarse.
Prometimos un arranque de libertad mutuo que estalló en una mezcla de sentimientos fuertes que terminó por ahogarnos a los dos en la imposibilidad de transformarlo en algo más concreto, como merecía el asunto, sin segundos planos, sin dudas, sin temores absurdos ni niñerías extrañas.
Creo que fue la señal más clara de que había algo que nos unía demasiado, y era el amor por la madre naturaleza. Quizás no lo llamaste tan ornamentado, pero en el fondo sabes de lo que hablo cuando cito ese adjetivo y cómo nos hace crecer una mirada a lo más profundo del alma máter.
Tu propio vaivén y el mío dibujaron una muralla entre ambos, una muralla con lápiz grafito y colores tristes.
"Era duro renunciar a creer que una flor puede ser bella para la nada; era amargo aceptar que se puede bailar en la oscuridad."
Tomar el camino del deber hacer resultó que modificó las piezas del juego más de lo previsto.
"De muchacho, en el café, cuántas veces la ilusión de la identidad con los camaradas nos hizo felices. Identidad con hombres y mujeres de los que conocíamos apenas una manera de ser, una forma de entregarse, un perfil."
Y mientras sonreía tristemente aquellos días, recordé que Cortázar también había previsto los peores miedos que han de atormentar al ser humano, que se refugia en la introspección. Oh, introspección...
"... a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas..."
Un ir y venir de ambos, un no saber qué querer y un saber qué querer y no poder entregarlo como uno realmente quisiera. Querer querer querer, y yo quería, pero quería saber qué realmente quería en mi vida. Encontrarme, fortalecer mi mente, divagar en lo mío, estabilizar mi hermetismo yo, pensá vos lo tuyo habrá dicho un loco argentino. Y estábamos cada vez flotando más y más alto, y todas las canciones eran tú y te quería más que nunca y había algo que no encajaba en las muchas piezas que nos dispusimos a ordenar. Quizás el mundo quería que cada uno buscara la pieza faltante, quizás nunca la encontráramos y sólo fuésemos dos números primos tan próximos y tan frágiles a la vez que podían alejarse cada vez más de su destino incierto.
Incierto era lo nuestro, eso era lo que más emocionaba de todo. Era un órbita deliciosamente cruel y hermosamente única.
"Pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro."
Cortázar me taladró hondo con unas cuantas frases célebres de mi libro predilecto
"Lo que a vos te molesta es la legalidad en todas sus formas, en cuanto una cosa empieza a funcionar bien te sentís encarcelado"
Mi miedo al compromiso de a poco empezó a cambiar su rumbo, todo en cuanto te conocí y cómo te conocí.
Me dejaste ser libre, me dejaste vivir ese maravilloso tiempo todas las sensaciones que pude experimentar alguna vez con alguien, emocionarme hasta lo más profundo, hablar el mismo idioma, compartir la increíble emoción de una canción, que no hace más que reflejarme a mí misma. Me regalaste el lugar que siempre imaginé cuando niña al cerrar mis ojos, me abriste unas cuantas ventanas hacia la perdición misma de la locura intelectual, arbórea, espontánea.
"¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación?."
La equivocación tremenda de no hacerte llegar a una isla, pero tampoco era el momento de que tocaras tierra. Sería injusto para mí.
"Me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado."
"no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa."
Y es que en el momento justo en que me preguntaste si aquello era un adiós algo taladró hondo en mí, me volví una piedra y decidí hacer que esto no existió, que fue una ilusión que cada uno creyó que era y no fue.
Pero no podía. Fuiste demasiado importante para mí y para lo que soy ahora. Uno nunca sabe cuando llega el momento del cambio, pero llega, así de simple, y el mío llegó cuando saliste de mi vida a reordenar tus asuntos.
La esencia nunca cambia, dicen por ahí, y yo no me opongo a tal idea. Lo que sí, es que por medio de unos sonidos minimalistas, junto a pianos tristes y tazas de café y té verde, me encontré a mi misma de una forma única.
No me costó asumir tu partida, ambos fuimos parte de aquello, más sí me costó asumir que no podríamos ser lo de antes, que fue una época justa para retomar un rumbo distinto, vaya a saber uno si el camino se cruza nuevamente y llegas con una visión de mundo totalmente opuesta a la que me hiciste saber, mientras en mí crece la sensación de espiritualidad al máximo esplendor, donde todo se vuelve mundano y te dedicas sólo a sentir lo mágico de las acciones.
Y es una etapa de cambios, de vientos nuevos. Hace poco me contaste lo de tu idea social y yo no quise comentarte que algo ocurrió, una extraña sensación, un presentimiento. Pero mis viajes son una ráfaga de sucesos interminables en los que resuena tu extraño paso por mi mundo, como un fantasma en carne y hueso, como lo más sin sentido y a la vez más metafórico de la existencia.
Glósoli, Planet Earth, Saeglopur.
Mi mente se fortaleció, subí un poco más la montaña de vida que constantemente busco escalar. Ya no somos los de antes, quizás ese era el sentido que tomó todo: ser alguien distinto.
Hoy camino segura frente a todo, segura en que puedo lograr todo si me lo propongo, altura de mira, opinión, carácter, autoestima sin caer en un egocentrismo absurdo de ilusionarse por ser perfecta. No, no lo soy, pero estoy feliz con ser quien soy. Me abriste los ojos, ahora siento algo demasiado hermoso, como si todos los colores del ocaso hablaran a mi corazón y yo estirara los brazos al horizonte recibiendo los buenos vientos que vienen por nuestros lados. Espero estés abrazando los tuyos, espero que cortes de a poco la maleza, espero que en la intersección de las rutas haya una caja de pandora cumpliendo la ilusión que ambos creímos poseer.
No sé si sean remolinos o el sonido mental de perspectivas cromáticas, lo cierto es que estos trances son los que más disfruto.
Viaje ultraterreno más allá del universo, tomar la tierra, mojarla, quedarse oliendo aquello por siempre, toda la eternidad, somo un soplido de vientos cansados ya de tanto recorrer el mundo.
La introspección toma más sentido cuando notas en tu forma de andar un cambio. Pero hablo de un cambio real, un pensamiento sólo es la antesala a los hechos posteriores.
A veces me he de preguntar si las cosas que más complejas parecen son las que resuenan en la eternidad como consecuencias de presagios inexplicables y a la vez tan evidentes que cuesta hacerse el ciego. O también puede como no puede ser. Si hay algo que he sacado en limpio de todo este proceso es que todo puede pasar. Hasta lo impensado y lo aparentemente imposible. Como ligarte tanto a alguien y luego desligarte sin sentir nada y a la vez sentirlo todo. Una conexión no mundana, un significado distinto, un amor que no se encasilla en ningún libreto rosa ni mucho menos. Podría ser perfectamente esto lo que más marcaría mi estadía por aquellos lugares y sin duda alguna lo más curioso y excepcional.
Té para tres acompaña la segunda noche en que trato de escribir el relato, a ciegas quizás, o tal vez algo confusa. Un poco de miel no basta. El eclipse no fue parcial, y cegó nuestras miradas. Te vi que llorabas, te vi que llorabas por él... Un sorbo de distracción buscando descifrarnos, no hay nada mejor.
Hoy me siento mejor que ayer y sin duda mañana me sentiré mejor que hoy. Esto es un ascenso constante y ondulante en algo atemporal y sin embargo sucede a cada momento.
No sé si podría encontrar las palabras exactas para describir esa extraña sensación, ese presentimiento, como habría de retratar muy bien Cerati en Un misil en mi placard (versión unplugged para ser más rebuscados. La original simplemente me desagrada) pero prefiero intentarlo.
Veamos... mi amigo me dijo anteayer, mientras caminábamos tomándonos un café por la calle Miraflores, que había leído a Kierkegaard con Diario de un seductor y concluímos en que las cosas que no parecen ser nada concreto son las que más perduran, las más extrañas, las más conmovibles y las más estables dentro de su propia naturaleza inestable.
Personalmente creo algo así, son las que más te hacen reflexionar y más te hacen apreciar pequeños detalles.
También está el crecimiento personal cuando llega determinada etapa en tu "auge de sensaciones" como prefiero llamar a la juventud. Una montaña rusa, le dije a él. Hoy? hoy todo parece doler cada vez menos y el refugio espiritual parece ser una buena alternativa para ir escalando en esto que se llama madurar. Por lo menos así lo tacha la sociedad y esa es la percepción que me han inculcado a mí.
Como oveja extraviada creí perderme durante un momento, luego volví a tomar mi ruta y me adentré en mi hermético e impermeable círculo vicioso de deberes románticos. Sola y sin sentir la necesidad de alguien, sólo de caminar yo y dirigir mis pasos sin sentir obligación alguna de rendir cuentas de mi itinerario a nadie. Creo que durante aquello sonaba el tocadiscos mental (que a menudo nombro en mis relatos) con la canción Lucky Man,
"Felicidad, mucha o poca, es sólo un cambio en mí, algo en mi libertad. Oh, mi felicidad viene y va. Te vi mirándome, viéndome cada vez más afiebrada. Sólo sé en dónde estoy.
Pero, ¿cuántas esquinas debo doblar, cuánto tiempo tengo que aprender que todo el amor que tengo está en mi mente? Bueno, soy un hombre con suerte, con fuego en mis manos.
Felicidad, algo en mi propio lugar, estoy desnudo sonriendo, no siento la desdicha con quien soy.
Espero que me entiendas, tengo un amor que nunca morirá."
Creo que en lo que uno hace, uno proyecta, uno decide, se va haciendo más seguro de sí y eso se transmite de una forma hermosamente honesta a los que te rodean.
Sin pensarlo me dije que sería bueno darte a conocer ese mundo interior inentendible a muchos pero quizás atractivo para ti, alma en mil pedazos. Haciendo referencia al Lobo estepario, el teatro significa para mí un sin fín de emociones, un arte inigualable, en donde todo puede ser como no ser, un teatro mágico, simplemente. Y es cuando de manera extraña todo comienza a dar giros y comienzan a florecer sensaciones distintas. Tú fuiste una sensación completamente distinta a lo convencional, y el lenguaje del mundo comenzó hablar por nosotros. Cortázar no podría tomar más sentido para mí en todo el transcurso de esa maravillosa semana.
"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra"
Los encuentros fortuitos eran curiosos y amenos, por lo demás. Era una conexión especial, una suerte de complicidad muda que cada cual sabía bien, más no podíamos dar por sentado cualquier idea. Vivíamos en la constante duda si realmente esto podría estar pasando entre ambos.
"Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos."
Y creo que así fue, en efecto, como todo empezó a nublarse y de pronto éramos sólo tú y yo flotando en algo inestable y difuso a la vez. Éramos dos almas errantes en sintonía. Tú con tu existencialismo momentáneo y yo con mi aferro al hermetismo y configuración de mi mundo.
Abrimos juntos las puertas de aquello y nos paramos bajo nuestros propios umbrales, y sólo pude ver un halo de luz traspasando la puerta. Tú quizás viste un poco más, pero fue por descuido mío, o puede ser por incentivar a la curiosidad del mirón, como suele llamarse.
Prometimos un arranque de libertad mutuo que estalló en una mezcla de sentimientos fuertes que terminó por ahogarnos a los dos en la imposibilidad de transformarlo en algo más concreto, como merecía el asunto, sin segundos planos, sin dudas, sin temores absurdos ni niñerías extrañas.
Creo que fue la señal más clara de que había algo que nos unía demasiado, y era el amor por la madre naturaleza. Quizás no lo llamaste tan ornamentado, pero en el fondo sabes de lo que hablo cuando cito ese adjetivo y cómo nos hace crecer una mirada a lo más profundo del alma máter.
Tu propio vaivén y el mío dibujaron una muralla entre ambos, una muralla con lápiz grafito y colores tristes.
"Era duro renunciar a creer que una flor puede ser bella para la nada; era amargo aceptar que se puede bailar en la oscuridad."
Tomar el camino del deber hacer resultó que modificó las piezas del juego más de lo previsto.
"De muchacho, en el café, cuántas veces la ilusión de la identidad con los camaradas nos hizo felices. Identidad con hombres y mujeres de los que conocíamos apenas una manera de ser, una forma de entregarse, un perfil."
Y mientras sonreía tristemente aquellos días, recordé que Cortázar también había previsto los peores miedos que han de atormentar al ser humano, que se refugia en la introspección. Oh, introspección...
"... a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas..."
Un ir y venir de ambos, un no saber qué querer y un saber qué querer y no poder entregarlo como uno realmente quisiera. Querer querer querer, y yo quería, pero quería saber qué realmente quería en mi vida. Encontrarme, fortalecer mi mente, divagar en lo mío, estabilizar mi hermetismo yo, pensá vos lo tuyo habrá dicho un loco argentino. Y estábamos cada vez flotando más y más alto, y todas las canciones eran tú y te quería más que nunca y había algo que no encajaba en las muchas piezas que nos dispusimos a ordenar. Quizás el mundo quería que cada uno buscara la pieza faltante, quizás nunca la encontráramos y sólo fuésemos dos números primos tan próximos y tan frágiles a la vez que podían alejarse cada vez más de su destino incierto.
Incierto era lo nuestro, eso era lo que más emocionaba de todo. Era un órbita deliciosamente cruel y hermosamente única.
"Pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro."
Cortázar me taladró hondo con unas cuantas frases célebres de mi libro predilecto
"Lo que a vos te molesta es la legalidad en todas sus formas, en cuanto una cosa empieza a funcionar bien te sentís encarcelado"
Mi miedo al compromiso de a poco empezó a cambiar su rumbo, todo en cuanto te conocí y cómo te conocí.
Me dejaste ser libre, me dejaste vivir ese maravilloso tiempo todas las sensaciones que pude experimentar alguna vez con alguien, emocionarme hasta lo más profundo, hablar el mismo idioma, compartir la increíble emoción de una canción, que no hace más que reflejarme a mí misma. Me regalaste el lugar que siempre imaginé cuando niña al cerrar mis ojos, me abriste unas cuantas ventanas hacia la perdición misma de la locura intelectual, arbórea, espontánea.
"¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación?."
La equivocación tremenda de no hacerte llegar a una isla, pero tampoco era el momento de que tocaras tierra. Sería injusto para mí.
"Me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado."
"no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa."
Y es que en el momento justo en que me preguntaste si aquello era un adiós algo taladró hondo en mí, me volví una piedra y decidí hacer que esto no existió, que fue una ilusión que cada uno creyó que era y no fue.
Pero no podía. Fuiste demasiado importante para mí y para lo que soy ahora. Uno nunca sabe cuando llega el momento del cambio, pero llega, así de simple, y el mío llegó cuando saliste de mi vida a reordenar tus asuntos.
La esencia nunca cambia, dicen por ahí, y yo no me opongo a tal idea. Lo que sí, es que por medio de unos sonidos minimalistas, junto a pianos tristes y tazas de café y té verde, me encontré a mi misma de una forma única.
No me costó asumir tu partida, ambos fuimos parte de aquello, más sí me costó asumir que no podríamos ser lo de antes, que fue una época justa para retomar un rumbo distinto, vaya a saber uno si el camino se cruza nuevamente y llegas con una visión de mundo totalmente opuesta a la que me hiciste saber, mientras en mí crece la sensación de espiritualidad al máximo esplendor, donde todo se vuelve mundano y te dedicas sólo a sentir lo mágico de las acciones.
Y es una etapa de cambios, de vientos nuevos. Hace poco me contaste lo de tu idea social y yo no quise comentarte que algo ocurrió, una extraña sensación, un presentimiento. Pero mis viajes son una ráfaga de sucesos interminables en los que resuena tu extraño paso por mi mundo, como un fantasma en carne y hueso, como lo más sin sentido y a la vez más metafórico de la existencia.
Glósoli, Planet Earth, Saeglopur.
Mi mente se fortaleció, subí un poco más la montaña de vida que constantemente busco escalar. Ya no somos los de antes, quizás ese era el sentido que tomó todo: ser alguien distinto.
Hoy camino segura frente a todo, segura en que puedo lograr todo si me lo propongo, altura de mira, opinión, carácter, autoestima sin caer en un egocentrismo absurdo de ilusionarse por ser perfecta. No, no lo soy, pero estoy feliz con ser quien soy. Me abriste los ojos, ahora siento algo demasiado hermoso, como si todos los colores del ocaso hablaran a mi corazón y yo estirara los brazos al horizonte recibiendo los buenos vientos que vienen por nuestros lados. Espero estés abrazando los tuyos, espero que cortes de a poco la maleza, espero que en la intersección de las rutas haya una caja de pandora cumpliendo la ilusión que ambos creímos poseer.
lunes, 25 de junio de 2012
El doble discurso - Los edukadores
Vivimos en una sociedad donde el idealismo queda relegado a ciertos sectores, sectores que históricamente han cambiado el curso de la historia y transformado la realidad con su propio pensar, inquietudes y sueños.
Se ha de preguntar entonces cuál es el fin de cuánta revolución se haya gestado en el correr de los tiempos. De qué serviría entonces todo el afán por cambiar la estructura social desde su origen si son pocos los que toman la batuta para lograr una vuelta de tuerca entre la población.
El
idealismo, señores, es la cuota que mantiene viva la llama de la esperanza para
lograr una sociedad más justa e igualitaria. Lo anterior es muchas veces visto
como “comunismo”, término manoseado un sin fin de veces cuando se toma con fuerza la idea
revolucionaria, pero es preferible pensarlo más allá de colores políticos: es
el sueño de quienes logran mirar más allá de lo propuesto por unos pocos y
creer que juntos se puede lograr algo distinto. Suele relacionarse también como
un “pensar con el corazón” o “ser poco racional”.
Aquí
influyen otros factores relevantes en cuanto al sentimiento de libertad y
conciencia social se refiere. Si miramos hacia el pasado (y si también nos
detenemos en algunos hechos concretos del presente) todo este “florecer de
ideas revolucionarias” nace en el corazón de gente joven. Señalemos algunos
casos: Los Hippies en los 60’, como una contracultura, una “nueva izquierda”,
un quebrantamiento de las ideas convencionales de la sociedad de esos años en
miras a un cambio drástico tanto artístico, político y cultural, que busca una
identidad que refleje las ganas de cambiar su situación actual (contexto guerra
de Vietnam). No es menos señalar también la Revolución Cubana, en donde son
líderes jóvenes y carismáticos los que lograrán transformar la realidad de su
país, teniendo como frente un ferviente deseo de justicia y libertad por su
pueblo. (Aunque luego se vería la parte negra de tal idealismo)
La
pregunta es por qué es gente joven la que engendra esta revuelta colectiva que
mueve masas, corazones y trastornos a los altos mandos.
“Los
Edukadores” (película Alemana, 2004) es un testimonio audiovisual evidente de
los tiempos que vivimos hoy y que hemos vivido siempre.
El
anarquismo es una semilla sembrada en cada una de las personas, sea consciente
o no. Suele verse actualmente como algo negativo y utópico, pero lo cierto es
que es la antesala de desligarse de las cosas mundanas y pensar por uno mismo,
si se quiere ver de una forma metafórica. Es ir contra los cánones establecidos
y abrir la puerta a una revolución mental, una inquietud que surge cuando se
pronto nos percatamos que algo anda mal y hay que remediarlo.
Ese
anarquismo es reflejado vivamente por Jan y Peter, quienes por medio de actos
simbólicos (y podríamos llamarlos también poéticos) pretenden “educar” a la
gente que ha perdido la noción de lo netamente importante y que ha condenado su
vida al consumismo, materialismo y el dinero. Hacen notar que hay gente que
sufre en el mundo a causa de las injusticias relacionadas con el dinero, causa
de todas las desigualdades y que en la actualidad rige muchos aspectos que para
la mayoría de la sociedad, ciega a estos hechos, pasan desapercibidos.
Es
importante también la figura de Jule, una muchacha que representa la desdicha
de vivir encadenada a una deuda producto del materialismo y la falta de sentido
humano de quien posee más. Una realidad conocida por muchos pero muy pocas
veces denunciada, lo que hace notar que esta sociedad, cada vez más ciega, es
culpable también de sus propias desgracias, al no hacer nada por remediarlo.
Pero
ella también tiene una voz para reclamar por sus derechos y por lo que le
parece indignante, (para ello hago referencia a la escena de la protesta en la
calle en contra de la explotación de niños de una reconocida marca deportiva),
pero más llamativo aún resulta el hecho de que en todas las causas que parezcan
justas, las autoridades, fuerzas especiales, gente de alto rango, etc. silencie
todo aquello y lo disfrace nada más que de “desórdenes en la vía pública”.
Estos
tres personajes tienen ideas muy parecidas, es la juventud misma tratando de
cambiar el mundo, dándose cuenta de que hay algo que no funciona bien y si no
se toma la iniciativa, pues nadie lo hará.
Pues,
bien, ahora hago referencia al otro punto importante de este ensayo y al
personaje característico de esta película y de la sociedad en general: el doble
discurso y su representación misma en la figura de Hardenberg, un millonario
aparentemente sin corazón que tiene encadenada la vida de una muchacha
simplemente por un automóvil que no vale más que como “otra cosa más” en su
vida.
Luego
de que las cosas no salieron como se pensaban (y fue precisamente por la
irresponsabilidad propia de los jóvenes) y ocurre el secuestro, se dan cuenta
de que este particular personaje esconde tras sus gafas un corazón idealista,
de que su pasado es el mismo presente de la juventud, llena de sueños, ideales,
lucha y conciencia social. También quiso
cambiar el mundo, también alzó la voz por una sociedad más justa.
¿Qué
ocurrió? ¿Qué pasó?
Es
la respuesta que se viene oyendo desde hace tiempo. O faltan convicciones o
falta concretizar tales ideas. O puede ser incluso el mismo argumento que él da
cuando los edukadores le preguntan qué ocurrió que se transformó todo.
“Si tienes menos de 30
años y no eres comunista no tienes corazón... y si tienes mas de 30 y lo sigues
siendo... no tienes cerebro...” Palabras
citadas de Churchil.
Si,
es conocida esa historia, y varia gente concuerda en que toda aquellos que
tienen una causa justa y un puño que levantar, se aburguesan luego cuando
trabajan y ganan su sueldo. Y se olvidan de aquella causa justa y el puño en
alto.
Triste
pero cierto. Y lo más duro es que cuando cambia esa forma de pensar y la vida
se rige por lo material e intrascendente, comienza el ser humano hacerse cada
vez menos persona. El final de la película demuestra eso: por más que uno
trate, hay gente que nunca cambia. Por más que uno persuada con buenas
intenciones, palabras bonitas y bien decoradas, lo que realmente hay detrás de
todo aquello nunca es posible observarlo bien y detenidamente más que con actos
mismos. Y es que la gente es tan engañosa y ciega a la vez que esto seguirá
dando vueltas en círculos, infinitamente, todo a causa del dinero y lo que la
gente puede llegar a sentir por él.
Es
el doble discurso de una sociedad dañada, es el por qué de que la revolución
verdadera ahora parezca algo tan lejano y efímero.
Entonces
habrá que abrir los ojos y lograr que ese espíritu efervescente de la juventud
no se lo lleve el polvo y la opresión de quienes alguna vez lucharon por la
misma causa.
sábado, 23 de junio de 2012
Un dialecto ambiguo.
Por lo que el mundo da vueltas y vueltas con todo lo que he conocido.
Si cada hombre dice todo lo que puede, si cada hombre es cierto.
Si todo lo que dijo fue convertido en oro... si todo lo que soñaba era nuevo.
Euros, After Ventus, Boreas, Zephyrus, Africus...
Si cada hombre dice todo lo que puede, si cada hombre es cierto.
Si todo lo que dijo fue convertido en oro... si todo lo que soñaba era nuevo.
Euros, After Ventus, Boreas, Zephyrus, Africus...
lunes, 18 de junio de 2012
Terapia
Tal vez juguemos toda la vida aquí, donde la fixia no pueda batir. No morirá lo que debe sobrevivir a una terapia de amor intensiva.
Si algo está enfermo, está con vida. Lo que tus labios no puedan besar, se esfumarán y no escucharás más palabras lascivas en la terapia de amor intensiva. Intensiva...
Lo sucedido nos lastima, nuestro pasado nos suele matar. Credulidad...
Soda Stereo
Si algo está enfermo, está con vida. Lo que tus labios no puedan besar, se esfumarán y no escucharás más palabras lascivas en la terapia de amor intensiva. Intensiva...
Lo sucedido nos lastima, nuestro pasado nos suele matar. Credulidad...
Soda Stereo
jueves, 14 de junio de 2012
De idealismos y perfecciones
Hay algo que busco en el rostro de un ser anti idealizado por mí, con esa intención tan perversa y a la vez tan contradictoria, tan de lujos irrisorios, tan inconstante como el sentir mismo.
Bien, he de revisar de letras y unos cuantos asuntos, más eso no ayudaría a encontrarme verdaderamente con la justificación de mis actos y me haría regresar al mismo círculo cargado de vicios y vaivenes espectrales. Como todo, como la nada misma, como un sin sentido de la metáfora. Inentendible como este relato a un lector ajeno a la personalidad del narrador.
Tratando de ordenar ideas, si, en eso estoy. Es tarea constante de mi introspección. Sobre todo ahora, en que gobierna en mi estado anímico una suerte de desesperación exasperante que se apacigua cuando escucho el sonido armonioso de un piano. Ese piano melancólico, en que cada dedo traduce la interioridad, el sentir a flor de piel de mil emociones.
Un cuarto encerrado, una taza humeante de té de fruta. Escena en blanco y negro, una cama deshecha de cursilerías y palabras baratas. El brandy, las pastillas, el humo de un minúsculo cigarrillo a punto de consumirse por completo completan la perspectiva perfecta de una historia inconclusa. La melodía cadenciosa de un amanecer sin rumbo, de sábanas marcando siluetas, el piano y el piano y un caramel mochiatto en una atmósfera de un París lluvioso, desenfrenado. Cabellos sueltos en un rincón de la habitación, zapatos bajo la cama, el cielo partiendo en dos mi alma y tu alma, y no queda más que acurrucarse con una frazada y cerrar los ojos esperando un perdón divino de nubes, relámpagos, sueños quizás.
Llegaste aquella noche con un periódico bajo tus brazos, mojado a más no poder y con una sonrisa triste en tus labios, mientras yo leía a Huidobro en medio de alteraciones nerviosas inconsistentes. De pronto tu voz se tornó algo álgida y me señalaste unos papeles rotos en medio del silencio. Había un infortunio inminente entre ambos, algo no dicho en palabras pero expresado en el aire, ese aire que muchas veces me contaste que fue tu amigo y dueño de tu inspiración. No habría de cortarte el aire pero si habrías de presentármelo otra vez para acurrucarme frente a la ventana empañada por el frío sólo con un vestido y un amor de antaño sobre mi piel.
Y los cabellos sueltos se movían al compás de Dream of Flying, por si acaso fuera ese París repentinamente misterioso dueño de la poesía más hermosa. O en el peor de los casos, fuera toda una ilusión y de pronto París se tiñera de verde y crecieran los lagos y se desvirtuara toda la vorágine bohemia existente en esa reducida habitación.
La frazada ya no tapaba ninguna tranca que el crisol sentimental pudiese albergar, más eso en tiempos modernos no influye de sobremanera en el actuar humano, y los dedos ya no concebían indicio alguno de obediencia frente a lo convencionalmente establecido. Rudimentario era el calzado, místico era lo que reinaba entre el dormir de tu ensueño, con tu mejilla descansando sobre hojas de papel manchadas con tinta y un poco de cenizas.
El aspa de un molino puede ser la vuelta al origen que todo lo marca y de todo dispone, más los vasos vacíos al lado del tocadiscos hablarían por su cuenta y el olor a ilusiones terminaría por asesinar aún más el espíritu viajero que cada uno asumía como suyo. No habría un molino ni menos aspas que girar. Habría un pequeño percance que no nos molestaríamos en resolver pero si en asumir y dejarlo fluir. Pronto ya te irías mientras yo tomaría mis medias, me mirara al espejo y contemplara el efímero reflejo de unas gotas en la ventana. Quizás fuimos gotas sin darnos cuenta. Quizás fuimos inconsistentes y dispersos, pero queriendo buscar forma en un lugar diseñado para el encuentro fortuito de las almas.
Como una cámara análoga, traté de recordar esas tres pequeñas gotas en el baúl fotográfico de mi memoria, mientras me disponía a servir un café para seguir con el toque de inspiración en aquel rincón sediento de reflexiones. Sólo pedí borrarte de mi vida por un instante para tener que sólo ver mi lado de la vereda y no el tuyo. Aquello puede parecer un mero intento de egoísmo forzado y no me molestaría en admitirlo si así fuese realmente, pero he decir que las melodías ahora suenan más sensatas con tu ausencia presencial, aquí en el cuarto, mientras de espalda siento tus movimientos ligeros tratando de vencer aquella maldita pared construida por las calles de una ciudad cegada por el recuerdo.
Cuando humea el café todavía, tu figura cierra lentamente la puerta, mis pies tocan apenas el suelo, y todo lo que soy se resume a cerrar los ojos e imaginarme el más bello paisaje en algún lugar remotamente desconocido. Y golpeo cada vez con más fuerza las teclas lívidas del piano en aquel rincón, mi rincón, componiendo un matiz que logre recopilar cada minuto en que me sentí flotando en recuerdo vagos junto a tu perecedera figura. Frunzo el ceño, estrecho mi boca y el pedal es uno sólo conmigo.
El sólo hecho de creer que si abro los ojos todo desaparece, me hace aferrarme más a este hermoso estado del ser y no ser, del sentir y extrañar, del dejar el mundo que más amo para aterrizar de lleno a lo convencional. Y no, lo cierto es que lo convencional suele ser para quienes han perdido la noción del explorar una nueva ruta. Una repulsión a los cambios, a un viento de cambio.
Y es justamente ese viento que trae hojas nuevas el que me produce una portentosa sensación de saciedad frente a todo lo que ocurre fuera de mi mundo ultraterreno. Me llena de una angustia apremiante, me alegra, me asombra, me hace sentir que estoy más viva que nunca.
Es hora de que dejes entonces aquel periódico mojado y yo deje de vanagloriarme por logros que recién comienzo a comprender que son sólo consecuencias ilógicas de acciones mal elaboradas. Puede que esta noche toques la puerta con un ramo de rosas, puede que llegues con un hacha a deshacer todo con lo que he construido mi propio muro o puede que sólo recién comprendas que la tercera gota de lluvia es la que junta a las otras dos. Sólo habré de mirar y admirar fascinada tu cara de compresión frente al mundo, mi pequeño mundo, mi escritorio, mis tazas, mi cámara y mi interioridad.
Así es y será la historia que yo construiré con mi melodía cadenciosa, como un suplicio de mil demonios que recién ahora puedan concretarse y ser fieles al legado que cada uno de ellos tenga en el mundo, mundo que hoy es mi París, tu París, nuestro París.
miércoles, 6 de junio de 2012
Retrato permanente
La fotografía es ese arte magnífico que logra conmover, mediante la captura de la realidad instantánea, emociones y perspectivas.
Arte, arte en todos lados.
sábado, 2 de junio de 2012
Burbujas de amor
Tengo un corazón Mutilado de esperanza y de razón Tengo un corazón que madruga donde quiera ¡ay! Y este corazón Se desnuda de impaciencia Ante tu voz, Pobre corazón Que no atrapa su cordura Quisiera ser un pez Para tocar mi nariz en tu pecera Y hacer burbujas de amor por dondequiera Pasar la noche en vela Mojado en ti Un pez Para bordar de cayenas tu cintura Y hacer burbujas de amor baja la luna Saciar esta locura Mojado en ti Canta corazón Con un ancla imprescindible de ilusión Suena corazón No te nubles de amargura Y este corazón Se desnuda de impaciencia Ante tu voz, Pobre corazón Que no atrapa su cordura Quisiera ser un pez Para tocar mi nariz en tu pecera Y hacer burbujas de amor por dondequiera Pasar la noche en vela Mojado en ti Una noche Para hundirnos hasta el fin Cara a cara Beso a beso Y vivir Por siempre Mojado en ti |
Burbujas de amor - Juan Luis Guerra
jueves, 31 de mayo de 2012
Lo que Rayuela taladra
"La técnica consistía en citarse vagamente en un barrio a cierta
hora. Les gustaba desafiar el peligro de no encontrarse, de pasar el día solos,
enfurruñados en un café o en un banco de plaza, leyendo-un-libro-más. La teoría
del libro-más era de Oliveira, y la Maga la había aceptado por pura ósmosis. En
realidad para ella casi todos los libros eran libro-menos, hubiese querido
llenarse de una inmensa sed y durante un tiempo infinito (calculable entre tres
y cinco años) leer la opera omnia de Goethe, Homero, Dylan Thomas, Mauriac,
Faulkner, Baudelaire, Roberto Arlt, San Agustín y otros autores cuyos nombres
la sobresaltaban en las conversaciones del Club. A eso Oliveira respondía con
un desdeñoso encogerse de hombros, y hablaba de las deformaciones rioplatenses,
de una raza de lectores a fulltime, de bibliotecas pululantes de marisabidillas
infieles al sol y al amor, de casas donde el olor a la tinta de imprenta acaba
con la alegría del ajo."
"Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy
dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se
entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar,
hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en
la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí
para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco
comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi
mano te dibuja.
Me miras, de cerca
me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada
vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los
cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los
dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un
perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos
buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo
mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de
movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y
si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa
instantánea muerte es bella.
Y hay una sola
saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como
una luna en el agua."
Rayuela - Julio Cortázar
(fragmentos)
(y es que soy tan Maga de tus anhelos y a la vez tan lejana de tus miedos mismos. Me desespera, me angustia, me incita a crear un París con todo lo que llevan tus labios y lo que el pasado deja con ellos. Un panorama a media noche, una sonrisa resuelta, el sentir de nuevo, el encanto de volver a creer.)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)