Words are flying out like endless rain into a paper cup, they slither while, they pass, they slip away across the universe- Across The Universe, The Beatles
sábado, 17 de noviembre de 2012
Viaje Perpetuo
Otra vez habrá que sacar telarañas, más eso no influye en todo lo que uno desearía expresar ahora que escucho Dauðalogn de Sigur Rós, como una postal de ensueño bajo la que me cobijo en estos momentos, cual fuera un cometa para pedirle un deseo y rezar, rezar de desesperación, rezar por tomar aire y regresar al fondo donde me ahogo siempre, rezar y pedirle al universo que junte los astros y pueda vivir mi viaje perpetuo que tanto deseo y anhelo continuar en mi vida.
Es como estar en el atardecer donde la nada y el todo se unen para formar un lazo bajo el cual uno se queda boquiabierto con las maravillas del universo. Un indicio de vegetación abrumante, destellos cegadores, luces anormales, vida por donde se le mire y querer correr y correr, escapar, vivir una utopía de cultura diferente, al son de ecos en el fondo del Amazonas, tal vez, o en lo alto de una montaña donde el hombre se sienta tan insignificante que deba agachar cabeza y mirar la punta de sus pies con la humildad ya perdida en estos tiempos en donde nadie es capaz de mirarse a los ojos.
Donde una maldita máquina interconectada puede hacer desaparecer hasta lo más escencial, donde el engaño es fuente de inspiración para poetas modernos, donde la vida se encoge bajo una risa triste, detrás de un telón, en una obra de teatro jamás estrenada en tiempos actuales, en la estabilidad de lo normal, en lo rutinario del día a día, en las obligaciones mundanas y el tono estresante de hablar, ese hablar profundo que cada uno oculta como si no quisiera la cosa, un valtari, una discriminación no presencial que mata y atormenta lentamente.
Es donde el paisaje gris se vuelve hermoso, o quizás lo note hermoso ahora que mi estado pide a gritos un cambio, un aislamiento, un renacer de nuevas ideas, un querer estar mirando frente a frente a un hombre sin nada, sólo con sueños, y un hombre que entienda el lenguaje del mundo, el lenguaje que se esconde en el patrimonio que cada hombre forma de sí mismo y luego lo olvida.
Tirar piedras al mar, que ellas se oculten bajo sus profundidades cayendo lentamente, en cámara lenta, golpeando el suelo submarino al ritmo de una canción melancólica.
Oler pasto mojado, bajo un cielo gris con plena brisa despeinando todo cabello alcanzable, un dos tres y tres imágenes sucesivas con distintas perspectivas, que te peinas, que te despeinas, que alzas los brazos y miras una cámara polaroid sonriente, sin nada más que decir que lo expresa tu sonrisa.
Que el elefante de algún recóndito lugar del mundo moje los árboles de la sabana a pleno atardecer, donde las estrellas comienzas lentamente a despertar para alumbrar un cielo lleno de ilusiones, cielo que ve en los animales la esperanza del mundo, la esperanza de poder continuar con el mensaje de la vida.
Un río que corra entre árboles, moviéndose con la rapidez que le permite un amanecer lleno de promesas, en algún lugar lejos de acá, lejos... lejos para morir ahogado sólo con el perfume suave de todas aquellas maravillas.
Flotando en un lago, dos personas homosexuales se miran felices, en un mundo que para ellos es único, radiante, bajo el atardecer gris, con frío, pero frío que nunca más volverán a sentir en el corazón como en aquel mundo cruel que nunca los aceptó y que siempre los recriminó escudándose en la "naturaleza" de las cosas. Hoy, la verdadera naturaleza los cobija en el lago, mientras con los ojos a lo alto cada uno mira su destino trazándose en aquellas nubes prometedoras, con una sinfonía tan dulce que permite llenarlos de gozo, y amor.
En cielos de campo abierto, en lagunas de pasto verde, en ojos de cada ser que habite un mundo nuevo, se escucha una nueva canción. Un pez que flota feliz de que el poeta con aires de tristeza no pueda retratarlo en su mundo normal, sonríe con sólo pensar en que por fin sus pensamientos serán escuchados.
Si pudiera expresar lo mucho que siento en estos momentos, sería un trastorno digno de ser estudiado.
Hay hombres que no saben cuánto vale cada cosa, la dejan pasar, se dejan estar, viven en una estabilidad emocional fija, una línea horizontal sin variaciones, siempre lo mismo, como si el mundo no fuera lo suficientemente dinámico como para no dejarse influir por ello.
Es como la música, que viene y va, siempre mostrándote, en tu propia percepción de las cosas, que las cosas nunca están fijas, que los sentimientos cambian, que la vida fluye, que la monotonía es un cáncer para los tiempos modernos, un verdadero sida, una enfermedad que hay que dejarla ver en plenitud para recién comenzar hacer algo.
Mi viaje perpetuo sería, por así decirlo, dejar todo lo mundano para que lo realmente importante para mí me dejara acariciar con las manos de un pintor, de un actor, de un errante, de un artista con ojos de soñador.
El dinamismo que quiero para mi futuro, recorrer, conocer, hablar con el alma máter que rodea todo lo maravillosamente posible y escapar, escapar de mis pensamientos propios, esos que no me dejar pensar, esos que me obligan a estar sentada frente a unas hojas de papel, a encerrar la imaginación bajo cuatro paredes, convenciéndote que no eres absolutamente bueno para nada.
De qué viviría entonces el hombre, me pregunto yo, con tanta parafernalia rodeándolo, si al final se pasa la vida comprándole pilas al reloj de su propia vida, dejándola pasar tristemente, y perdiéndose un mundo cegado para todo, tan diferente, tan hermoso, tan inspirador que a una le cuesta dejar de escribir y refregarse los ojos con agua para evitar las lágrimas.
Si alguien pudiera comprender que hay cosas más importantes en la vida, si alguien pudiera dedicar un paisaje, una canción, si alguien pudiese escribir en hojas de papel tantas cosas... no tendríamos un mundo tan deteriorado por las enfermedades antes mencionadas.
Y querer hacer de mi vida un viaje perpetuo no parece un sueño solamente, es una realidad que en la actualidad me transporta un piano al son de la música conmovedora y casual. Querer llorar, pero de emoción.
Querer sonreír y llorar a la vez, llorar ahogadamente pero feliz por lo maravilloso que parece todo.
Llorar con pena porque alguien aún no puede entender tu mundo
Por ser gente sustituta
Por crear un estereotipo de gente anómalo con tiempos modernos
Porque parece más importante dar la mano y caminar juntos en la misma dirección, en silencio, que atorarse con vicios mundanos.
Porque una fotografía parece ser el invento más maravilloso para retratar con creces el mundo en que vivimos.
Sentarse a tomar un té frente a un lago y hablarle al lago como si fuese tu hermano
Abrir los brazos abrazando el aire, y llorar de emoción
Deleitarse por el cómo crece una flor en medio de la nieve
Sentirse menos por quejarse de lo más mínimo
Sentirse grande por estar en lo alto de un mundo en lo que nada vale
Darte cuenta que los pasos los camina uno en cuánto más aprende
Que la vida es un aprendizaje
Verte a tí misma de espaldas tocando un piano, al lado de una ventana que da a algún callejón de París, en blanco y negro y toda despeinada.
Oír los pájaros y querer arrancar de todo, seguir el vuelo de los pájaros
Reír, cantar, saltar, tirarse al pasto, amar
Volver a llorar, muerta de la risa, como una lunática que no puede controlarse
Besar las huellas de algún animal poderoso
Respirar libertad
Mirarte a los ojos y no ver nada
Mirarme a mí misma y ver que no estoy en este mundo, que mi mundo está a kilómetros de distancia.
De querer dejar caer mi pared y que me acuchilles con lo que parecía un simple juego
Volver a construir mi pared, esta vez con roca de mar.
Pararse sobre mi muralla y sentarse con los pies colgando, pidiéndole deseos de paz a una estrella fugaz.
No querer volver nunca al mundo terrenal, quedarse en el mundo ultra terreno.
Querer ser lo que nunca fui
Querer escribir cuanta cosa quiera
Volver a mi mundo, y llorar, llorar de pena.
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