"La técnica consistía en citarse vagamente en un barrio a cierta
hora. Les gustaba desafiar el peligro de no encontrarse, de pasar el día solos,
enfurruñados en un café o en un banco de plaza, leyendo-un-libro-más. La teoría
del libro-más era de Oliveira, y la Maga la había aceptado por pura ósmosis. En
realidad para ella casi todos los libros eran libro-menos, hubiese querido
llenarse de una inmensa sed y durante un tiempo infinito (calculable entre tres
y cinco años) leer la opera omnia de Goethe, Homero, Dylan Thomas, Mauriac,
Faulkner, Baudelaire, Roberto Arlt, San Agustín y otros autores cuyos nombres
la sobresaltaban en las conversaciones del Club. A eso Oliveira respondía con
un desdeñoso encogerse de hombros, y hablaba de las deformaciones rioplatenses,
de una raza de lectores a fulltime, de bibliotecas pululantes de marisabidillas
infieles al sol y al amor, de casas donde el olor a la tinta de imprenta acaba
con la alegría del ajo."
"Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy
dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se
entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar,
hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en
la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí
para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco
comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi
mano te dibuja.
Me miras, de cerca
me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada
vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los
cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los
dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un
perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos
buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo
mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de
movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y
si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa
instantánea muerte es bella.
Y hay una sola
saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como
una luna en el agua."
Rayuela - Julio Cortázar
(fragmentos)
(y es que soy tan Maga de tus anhelos y a la vez tan lejana de tus miedos mismos. Me desespera, me angustia, me incita a crear un París con todo lo que llevan tus labios y lo que el pasado deja con ellos. Un panorama a media noche, una sonrisa resuelta, el sentir de nuevo, el encanto de volver a creer.)
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