Vivimos en una sociedad donde el idealismo queda relegado a ciertos sectores, sectores que históricamente han cambiado el curso de la historia y transformado la realidad con su propio pensar, inquietudes y sueños.
Se ha de preguntar entonces cuál es el fin de cuánta revolución se haya gestado en el correr de los tiempos. De qué serviría entonces todo el afán por cambiar la estructura social desde su origen si son pocos los que toman la batuta para lograr una vuelta de tuerca entre la población.
El
idealismo, señores, es la cuota que mantiene viva la llama de la esperanza para
lograr una sociedad más justa e igualitaria. Lo anterior es muchas veces visto
como “comunismo”, término manoseado un sin fin de veces cuando se toma con fuerza la idea
revolucionaria, pero es preferible pensarlo más allá de colores políticos: es
el sueño de quienes logran mirar más allá de lo propuesto por unos pocos y
creer que juntos se puede lograr algo distinto. Suele relacionarse también como
un “pensar con el corazón” o “ser poco racional”.
Aquí
influyen otros factores relevantes en cuanto al sentimiento de libertad y
conciencia social se refiere. Si miramos hacia el pasado (y si también nos
detenemos en algunos hechos concretos del presente) todo este “florecer de
ideas revolucionarias” nace en el corazón de gente joven. Señalemos algunos
casos: Los Hippies en los 60’, como una contracultura, una “nueva izquierda”,
un quebrantamiento de las ideas convencionales de la sociedad de esos años en
miras a un cambio drástico tanto artístico, político y cultural, que busca una
identidad que refleje las ganas de cambiar su situación actual (contexto guerra
de Vietnam). No es menos señalar también la Revolución Cubana, en donde son
líderes jóvenes y carismáticos los que lograrán transformar la realidad de su
país, teniendo como frente un ferviente deseo de justicia y libertad por su
pueblo. (Aunque luego se vería la parte negra de tal idealismo)
La
pregunta es por qué es gente joven la que engendra esta revuelta colectiva que
mueve masas, corazones y trastornos a los altos mandos.
“Los
Edukadores” (película Alemana, 2004) es un testimonio audiovisual evidente de
los tiempos que vivimos hoy y que hemos vivido siempre.
El
anarquismo es una semilla sembrada en cada una de las personas, sea consciente
o no. Suele verse actualmente como algo negativo y utópico, pero lo cierto es
que es la antesala de desligarse de las cosas mundanas y pensar por uno mismo,
si se quiere ver de una forma metafórica. Es ir contra los cánones establecidos
y abrir la puerta a una revolución mental, una inquietud que surge cuando se
pronto nos percatamos que algo anda mal y hay que remediarlo.
Ese
anarquismo es reflejado vivamente por Jan y Peter, quienes por medio de actos
simbólicos (y podríamos llamarlos también poéticos) pretenden “educar” a la
gente que ha perdido la noción de lo netamente importante y que ha condenado su
vida al consumismo, materialismo y el dinero. Hacen notar que hay gente que
sufre en el mundo a causa de las injusticias relacionadas con el dinero, causa
de todas las desigualdades y que en la actualidad rige muchos aspectos que para
la mayoría de la sociedad, ciega a estos hechos, pasan desapercibidos.
Es
importante también la figura de Jule, una muchacha que representa la desdicha
de vivir encadenada a una deuda producto del materialismo y la falta de sentido
humano de quien posee más. Una realidad conocida por muchos pero muy pocas
veces denunciada, lo que hace notar que esta sociedad, cada vez más ciega, es
culpable también de sus propias desgracias, al no hacer nada por remediarlo.
Pero
ella también tiene una voz para reclamar por sus derechos y por lo que le
parece indignante, (para ello hago referencia a la escena de la protesta en la
calle en contra de la explotación de niños de una reconocida marca deportiva),
pero más llamativo aún resulta el hecho de que en todas las causas que parezcan
justas, las autoridades, fuerzas especiales, gente de alto rango, etc. silencie
todo aquello y lo disfrace nada más que de “desórdenes en la vía pública”.
Estos
tres personajes tienen ideas muy parecidas, es la juventud misma tratando de
cambiar el mundo, dándose cuenta de que hay algo que no funciona bien y si no
se toma la iniciativa, pues nadie lo hará.
Pues,
bien, ahora hago referencia al otro punto importante de este ensayo y al
personaje característico de esta película y de la sociedad en general: el doble
discurso y su representación misma en la figura de Hardenberg, un millonario
aparentemente sin corazón que tiene encadenada la vida de una muchacha
simplemente por un automóvil que no vale más que como “otra cosa más” en su
vida.
Luego
de que las cosas no salieron como se pensaban (y fue precisamente por la
irresponsabilidad propia de los jóvenes) y ocurre el secuestro, se dan cuenta
de que este particular personaje esconde tras sus gafas un corazón idealista,
de que su pasado es el mismo presente de la juventud, llena de sueños, ideales,
lucha y conciencia social. También quiso
cambiar el mundo, también alzó la voz por una sociedad más justa.
¿Qué
ocurrió? ¿Qué pasó?
Es
la respuesta que se viene oyendo desde hace tiempo. O faltan convicciones o
falta concretizar tales ideas. O puede ser incluso el mismo argumento que él da
cuando los edukadores le preguntan qué ocurrió que se transformó todo.
“Si tienes menos de 30
años y no eres comunista no tienes corazón... y si tienes mas de 30 y lo sigues
siendo... no tienes cerebro...” Palabras
citadas de Churchil.
Si,
es conocida esa historia, y varia gente concuerda en que toda aquellos que
tienen una causa justa y un puño que levantar, se aburguesan luego cuando
trabajan y ganan su sueldo. Y se olvidan de aquella causa justa y el puño en
alto.
Triste
pero cierto. Y lo más duro es que cuando cambia esa forma de pensar y la vida
se rige por lo material e intrascendente, comienza el ser humano hacerse cada
vez menos persona. El final de la película demuestra eso: por más que uno
trate, hay gente que nunca cambia. Por más que uno persuada con buenas
intenciones, palabras bonitas y bien decoradas, lo que realmente hay detrás de
todo aquello nunca es posible observarlo bien y detenidamente más que con actos
mismos. Y es que la gente es tan engañosa y ciega a la vez que esto seguirá
dando vueltas en círculos, infinitamente, todo a causa del dinero y lo que la
gente puede llegar a sentir por él.
Es
el doble discurso de una sociedad dañada, es el por qué de que la revolución
verdadera ahora parezca algo tan lejano y efímero.
Entonces
habrá que abrir los ojos y lograr que ese espíritu efervescente de la juventud
no se lo lleve el polvo y la opresión de quienes alguna vez lucharon por la
misma causa.
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