No sé si sean remolinos o el sonido mental de perspectivas cromáticas, lo cierto es que estos trances son los que más disfruto.
Viaje ultraterreno más allá del universo, tomar la tierra, mojarla, quedarse oliendo aquello por siempre, toda la eternidad, somo un soplido de vientos cansados ya de tanto recorrer el mundo.
La introspección toma más sentido cuando notas en tu forma de andar un cambio. Pero hablo de un cambio real, un pensamiento sólo es la antesala a los hechos posteriores.
A veces me he de preguntar si las cosas que más complejas parecen son las que resuenan en la eternidad como consecuencias de presagios inexplicables y a la vez tan evidentes que cuesta hacerse el ciego. O también puede como no puede ser. Si hay algo que he sacado en limpio de todo este proceso es que todo puede pasar. Hasta lo impensado y lo aparentemente imposible. Como ligarte tanto a alguien y luego desligarte sin sentir nada y a la vez sentirlo todo. Una conexión no mundana, un significado distinto, un amor que no se encasilla en ningún libreto rosa ni mucho menos. Podría ser perfectamente esto lo que más marcaría mi estadía por aquellos lugares y sin duda alguna lo más curioso y excepcional.
Té para tres acompaña la segunda noche en que trato de escribir el relato, a ciegas quizás, o tal vez algo confusa. Un poco de miel no basta. El eclipse no fue parcial, y cegó nuestras miradas. Te vi que llorabas, te vi que llorabas por él... Un sorbo de distracción buscando descifrarnos, no hay nada mejor.
Hoy me siento mejor que ayer y sin duda mañana me sentiré mejor que hoy. Esto es un ascenso constante y ondulante en algo atemporal y sin embargo sucede a cada momento.
No sé si podría encontrar las palabras exactas para describir esa extraña sensación, ese presentimiento, como habría de retratar muy bien Cerati en Un misil en mi placard (versión unplugged para ser más rebuscados. La original simplemente me desagrada) pero prefiero intentarlo.
Veamos... mi amigo me dijo anteayer, mientras caminábamos tomándonos un café por la calle Miraflores, que había leído a Kierkegaard con Diario de un seductor y concluímos en que las cosas que no parecen ser nada concreto son las que más perduran, las más extrañas, las más conmovibles y las más estables dentro de su propia naturaleza inestable.
Personalmente creo algo así, son las que más te hacen reflexionar y más te hacen apreciar pequeños detalles.
También está el crecimiento personal cuando llega determinada etapa en tu "auge de sensaciones" como prefiero llamar a la juventud. Una montaña rusa, le dije a él. Hoy? hoy todo parece doler cada vez menos y el refugio espiritual parece ser una buena alternativa para ir escalando en esto que se llama madurar. Por lo menos así lo tacha la sociedad y esa es la percepción que me han inculcado a mí.
Como oveja extraviada creí perderme durante un momento, luego volví a tomar mi ruta y me adentré en mi hermético e impermeable círculo vicioso de deberes románticos. Sola y sin sentir la necesidad de alguien, sólo de caminar yo y dirigir mis pasos sin sentir obligación alguna de rendir cuentas de mi itinerario a nadie. Creo que durante aquello sonaba el tocadiscos mental (que a menudo nombro en mis relatos) con la canción Lucky Man,
"Felicidad, mucha o poca, es sólo un cambio en mí, algo en mi libertad. Oh, mi felicidad viene y va. Te vi mirándome, viéndome cada vez más afiebrada. Sólo sé en dónde estoy.
Pero, ¿cuántas esquinas debo doblar, cuánto tiempo tengo que aprender que todo el amor que tengo está en mi mente? Bueno, soy un hombre con suerte, con fuego en mis manos.
Felicidad, algo en mi propio lugar, estoy desnudo sonriendo, no siento la desdicha con quien soy.
Espero que me entiendas, tengo un amor que nunca morirá."
Creo que en lo que uno hace, uno proyecta, uno decide, se va haciendo más seguro de sí y eso se transmite de una forma hermosamente honesta a los que te rodean.
Sin pensarlo me dije que sería bueno darte a conocer ese mundo interior inentendible a muchos pero quizás atractivo para ti, alma en mil pedazos. Haciendo referencia al Lobo estepario, el teatro significa para mí un sin fín de emociones, un arte inigualable, en donde todo puede ser como no ser, un teatro mágico, simplemente. Y es cuando de manera extraña todo comienza a dar giros y comienzan a florecer sensaciones distintas. Tú fuiste una sensación completamente distinta a lo convencional, y el lenguaje del mundo comenzó hablar por nosotros. Cortázar no podría tomar más sentido para mí en todo el transcurso de esa maravillosa semana.
"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra"
Los encuentros fortuitos eran curiosos y amenos, por lo demás. Era una conexión especial, una suerte de complicidad muda que cada cual sabía bien, más no podíamos dar por sentado cualquier idea. Vivíamos en la constante duda si realmente esto podría estar pasando entre ambos.
"Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos."
Y creo que así fue, en efecto, como todo empezó a nublarse y de pronto éramos sólo tú y yo flotando en algo inestable y difuso a la vez. Éramos dos almas errantes en sintonía. Tú con tu existencialismo momentáneo y yo con mi aferro al hermetismo y configuración de mi mundo.
Abrimos juntos las puertas de aquello y nos paramos bajo nuestros propios umbrales, y sólo pude ver un halo de luz traspasando la puerta. Tú quizás viste un poco más, pero fue por descuido mío, o puede ser por incentivar a la curiosidad del mirón, como suele llamarse.
Prometimos un arranque de libertad mutuo que estalló en una mezcla de sentimientos fuertes que terminó por ahogarnos a los dos en la imposibilidad de transformarlo en algo más concreto, como merecía el asunto, sin segundos planos, sin dudas, sin temores absurdos ni niñerías extrañas.
Creo que fue la señal más clara de que había algo que nos unía demasiado, y era el amor por la madre naturaleza. Quizás no lo llamaste tan ornamentado, pero en el fondo sabes de lo que hablo cuando cito ese adjetivo y cómo nos hace crecer una mirada a lo más profundo del alma máter.
Tu propio vaivén y el mío dibujaron una muralla entre ambos, una muralla con lápiz grafito y colores tristes.
"Era duro renunciar a creer que una flor puede ser bella para la nada; era amargo aceptar que se puede bailar en la oscuridad."
Tomar el camino del deber hacer resultó que modificó las piezas del juego más de lo previsto.
"De muchacho, en el café, cuántas veces la ilusión de la identidad con los camaradas nos hizo felices. Identidad con hombres y mujeres de los que conocíamos apenas una manera de ser, una forma de entregarse, un perfil."
Y mientras sonreía tristemente aquellos días, recordé que Cortázar también había previsto los peores miedos que han de atormentar al ser humano, que se refugia en la introspección. Oh, introspección...
"... a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas..."
Un ir y venir de ambos, un no saber qué querer y un saber qué querer y no poder entregarlo como uno realmente quisiera. Querer querer querer, y yo quería, pero quería saber qué realmente quería en mi vida. Encontrarme, fortalecer mi mente, divagar en lo mío, estabilizar mi hermetismo yo, pensá vos lo tuyo habrá dicho un loco argentino. Y estábamos cada vez flotando más y más alto, y todas las canciones eran tú y te quería más que nunca y había algo que no encajaba en las muchas piezas que nos dispusimos a ordenar. Quizás el mundo quería que cada uno buscara la pieza faltante, quizás nunca la encontráramos y sólo fuésemos dos números primos tan próximos y tan frágiles a la vez que podían alejarse cada vez más de su destino incierto.
Incierto era lo nuestro, eso era lo que más emocionaba de todo. Era un órbita deliciosamente cruel y hermosamente única.
"Pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro."
Cortázar me taladró hondo con unas cuantas frases célebres de mi libro predilecto
"Lo que a vos te molesta es la legalidad en todas sus formas, en cuanto una cosa empieza a funcionar bien te sentís encarcelado"
Mi miedo al compromiso de a poco empezó a cambiar su rumbo, todo en cuanto te conocí y cómo te conocí.
Me dejaste ser libre, me dejaste vivir ese maravilloso tiempo todas las sensaciones que pude experimentar alguna vez con alguien, emocionarme hasta lo más profundo, hablar el mismo idioma, compartir la increíble emoción de una canción, que no hace más que reflejarme a mí misma. Me regalaste el lugar que siempre imaginé cuando niña al cerrar mis ojos, me abriste unas cuantas ventanas hacia la perdición misma de la locura intelectual, arbórea, espontánea.
"¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación?."
La equivocación tremenda de no hacerte llegar a una isla, pero tampoco era el momento de que tocaras tierra. Sería injusto para mí.
"Me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado."
"no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa."
Y es que en el momento justo en que me preguntaste si aquello era un adiós algo taladró hondo en mí, me volví una piedra y decidí hacer que esto no existió, que fue una ilusión que cada uno creyó que era y no fue.
Pero no podía. Fuiste demasiado importante para mí y para lo que soy ahora. Uno nunca sabe cuando llega el momento del cambio, pero llega, así de simple, y el mío llegó cuando saliste de mi vida a reordenar tus asuntos.
La esencia nunca cambia, dicen por ahí, y yo no me opongo a tal idea. Lo que sí, es que por medio de unos sonidos minimalistas, junto a pianos tristes y tazas de café y té verde, me encontré a mi misma de una forma única.
No me costó asumir tu partida, ambos fuimos parte de aquello, más sí me costó asumir que no podríamos ser lo de antes, que fue una época justa para retomar un rumbo distinto, vaya a saber uno si el camino se cruza nuevamente y llegas con una visión de mundo totalmente opuesta a la que me hiciste saber, mientras en mí crece la sensación de espiritualidad al máximo esplendor, donde todo se vuelve mundano y te dedicas sólo a sentir lo mágico de las acciones.
Y es una etapa de cambios, de vientos nuevos. Hace poco me contaste lo de tu idea social y yo no quise comentarte que algo ocurrió, una extraña sensación, un presentimiento. Pero mis viajes son una ráfaga de sucesos interminables en los que resuena tu extraño paso por mi mundo, como un fantasma en carne y hueso, como lo más sin sentido y a la vez más metafórico de la existencia.
Glósoli, Planet Earth, Saeglopur.
Mi mente se fortaleció, subí un poco más la montaña de vida que constantemente busco escalar. Ya no somos los de antes, quizás ese era el sentido que tomó todo: ser alguien distinto.
Hoy camino segura frente a todo, segura en que puedo lograr todo si me lo propongo, altura de mira, opinión, carácter, autoestima sin caer en un egocentrismo absurdo de ilusionarse por ser perfecta. No, no lo soy, pero estoy feliz con ser quien soy. Me abriste los ojos, ahora siento algo demasiado hermoso, como si todos los colores del ocaso hablaran a mi corazón y yo estirara los brazos al horizonte recibiendo los buenos vientos que vienen por nuestros lados. Espero estés abrazando los tuyos, espero que cortes de a poco la maleza, espero que en la intersección de las rutas haya una caja de pandora cumpliendo la ilusión que ambos creímos poseer.
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