Llegué con la boquita media pintá de palabras bruscas, medias risueñas de espectación y con ganas de hablar como el pueblo manda, con Los Jaivas de fondo cantándole quizás al hermano y con un Joe Vasconcellos hablándole al africano y que vive cerquita del sol. Así fue, no podría haber sido de otra manera. Mechas tiesas, vacas y un mar confundiéndose con el horizonte, un cielo violeta - rosado y unas zapatillas rotas.
Por el camino se me ocurrió algún que otro título llamativo, aunque el único que recuerdo es Neptuno, viajando por calles llenas de universo y sin contacto con cemento. Incluso llegué a necesitar una libreta (de forma apremiante) para dejar memoria de casi todos mis pensamientos perdidos que ya están volando lejos y no logro recordar.
Puede incluso que lo más impactante a mis ojos fuese por las noches. Curiosa la gratificante sensación de estar contemplando un cielo tan limpio y lleno de estrellas, que te conmueve de sobremanera, al punto de querer estar simplemente 'solo' (comillas aluden al significado personal que le doy a la soledad) ese sentirte que no somos más que algo poco y vanal al lado de un universo en armonía.
Las chácharas de noches estimulan al poco filtro que uno tiene de sus propias palabras, sincerarte y a la vez estar sintiendo un "estoy diciendo mucho?" afortunadamente no era la única.
Yellow, sonando y entrando a la pista musical de lleno con el coro, me da una sensación loca en la guata al momento que solitos viajan a mi desordenada cabeza recuerdos de antaño.
Taparte con una frazada y un vaso en la mano, mientras ves con tus ojos como se consumen las cosas que a poco te hacen sufrir (?) en el inestable fuego que consume un par de palos y una hoja de cuaderno. Allá en lo alto de un cerro, entre pinos y eucaliptos mueren frustraciones, sueños rotos y malas experiencias.
Borrando lo malo, pisando huellas, una ola gigante tapa una enorme roca y ésta se mantiene firme. Qué hermoso y cómo estoy llorando (aludo en lo último a I'm the Walrus) y yo y mi pelo, y mi pelo y su cintillo de lana.
En esa playa oculta entre árboles un perro me seguía, y, sin chamullo, me ladraba y dejaba a mi lado un palo de madera. ¿Qué quieres qué haga? el perro quería que ese palo lo tirara lejos. Asi lo hice y allá fue corriendo. Lo trajo de vuelta. Juguetón el canino ése. No tenía dueño. Había una guitarra y alguien que la tocase. Mis amigas tomaban sol y yo miraba como todo pasaba mientras Fito Páez me ponía entre media sonriente y un no sé qué con Te vi. No puedo mentir, me conmovió hasta lo más hondo y me acordé de alguien, y sólo sonreí. Dentro de algunos días volvería a Santiago.
En momentos de delirio bajo efectos de droga lícita (suena ultra feo) me acordaba de que existía ese personaje que tanto me hizo delirar con su manera de ser tan híbrida. Un par de llamadas, al otro día me di cuenta de que sigo como boba detrás de ese entre inteligente en la sala y tonto (y muy) en el recreo. Lo peor es que estoy condenada a verlo de nuevo. Por lo menos tengo el consuelo de que sobria jamás me mostraría como imbécil.
Buáh, la belleza tiene sus beneficios, como el pedir rebajas en un Valpo llamativamente veraniego, o el que todos paren sus autos ofreciéndote a tomar asiento. (sí claro, estoy que me subo contigo y tu ráfaga)
Cumplí mi sueño de sentirme libre, excursionista y amante de las artes y cultura chilena, aunque aún me falta superar muchas cosas que pensé que las tenía olvidadas. Por fa, no es lindo que una canción de Cerati resuene en tus oídos NO-SÉ-POR-QUÉ diciéndote la misma frasecita con Trátame suavemente.
Recuerdo a Janis cuando decía que pese a todas sus experiencias (con resalte en experiencias) se sentía vacía. Odio en ciertos momentos sentirme así, hasta que encuentro nuevamente el sentido del por qué he cambiado bastante de la última vez. Muros pintados, un Neruda en un carrito junto a Victor Jara y un ex de antaño que me pregunta a qué se deben esos cambios. Yo digo 'solo sé que me he vuelto más inteligente desde que supe que faltaba cultura en la gente' y entre que buscas y encuentras, vas forjando tu listado bien grande de cosas con las que concuerdas y las que no. Hasta te haces una roca frente a lágrimas que no tienen por qué.
Chalequito de alpaca, una cámara, algo de plata, agua, bloqueador, un pantalón, cepillo de dientes, fruta, buenas zapatillas y por qué no, volver a excursionar en otros tantos lugares. Aquí el glamour nunca importa. (siento que tampoco debería de importar) y lanzarse, buscar qué es lo que A TI te acomoda. Si te gusta estar solo, por qué no? si quieres justicia y equidad, POR QUÉ NO? si te gusta pasarlo bien, qué problema hay?
Fue un buen viaje. Ahora siento que lo único que hay que tapar, es ese "amor violento" (que estupidez) que se convierte en prioridad cuando tomo unas copas de más.
Por la puta, no quiero que me vuelva a pasar. Debería haberlo quemado en la fogata si hubiese sabido que esto pasaría.
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Ecos Resonantes