Siempre pedía un café para Platón y unas monedas para locomoción. No tenía nada y tenía más que yo, porque él todo lo dio.
Dime, amigo, en qué lugar del mundo te hallarás tomando un café junto a Platón? Yo sé bien que tú estarás hablando de la paz... de la paz.
Tú siempre dijiste que la paz se escapa por entre los dedos de la humanidad. Y los pretendes juntar, son tantas manos que no alcanzarás.
La clase continuaba en el café, afuera el mundo giraba al revés. Era la loca aventura de la fe por cambiar. Era al revés.
Un día de octubre a clases no llegó, un día de octubre un café que se enfrió. Hoy nadie pide un café para Platón porque él... se marchó.
Un café para Platón - Fernando Ubiergo
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