Inocente su mirada y su voz. Inocentes sus pensamientos, su dulzura y su carisma.
Quienes con tierna sonrisa aceptan su entorno como un castillo sin derrumbar, quienes por sus sueños las hadas y duendes existen en la realidad, cumpliendo deseos de paz, cumpliendo deseos de amor.
Pequeña su mano que alcanza la tuya ya marchita por la falta de pureza, grande su alma para criatura tan pequeña.
Eterna la esencia que guardan en sus corazones, y la aguda melodía que levanta nuestro propio amanecer, el amanecer de una sociedad que ha perdido su inocencia.
Un futuro que se construye en un presente cansado por su pasado, futuro incierto si a sus sueños escuchar no estamos dispuestos.
Una vida que debemos construir, una sonrisa a la cual responder, un llanto que debemos consolar, una canción por escuchar, un niño que debemos proteger.
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Ecos Resonantes