Un sol frío de invierno estremece a la terminación más frágil del sentido humano, haciéndola palpitante, casi expectante a un susurro del viento.
Por la carretera se ve gente diversa, gente que vive junta, gente que vive en un sector ya conocido por muchos y mal visto por otros. Cómo me gustaría que estuviese un tanto más cerca, quizás un poco más, para poder dejar flores en el lecho de mi difunto abuelo, hablar al viento, palabras sueltas, conexiones ilógicas, pensamientos, comentarios.
Se vive un duelo interno, pisando hojas secas que al pisarlas crujen de una manera armoniosa, como llenando el otoño que poco a poco decae en un ocaso dorado.
De a poco llego donde mi tata, ese tata que partió hace 9 años, y mis pensamientos forman una hilera de mensajes de amor, de añoranza, de pensar en qué habría pasado si tal o cual cosa no hubiese ocurrido. De querer que mi Ale hubiese conocido a tan particular personaje que detrás de esas gafas ocultaba un cierto aire perspicaz, que con sus guantes de llama traídos del Perú esperaba expectante las visitas que en sus últimos días se hicieron tan frecuentes. De todas tus mañas, tata, el amar por sobre todas las cosas, el llamar por "bandido" a cada uno de tus nietos, tu pucho regalón y traicionero, tus cafés viendo un partido de la Cato, tus sábados gigantes y tus escapadas a la cuesta Barriga una tarde cualquiera. Tus "gorda" y "mija", tus paseos por Arica, tus lentes de policía y tu joyita de cuatro ruedas que cambiabas cada 3 años.
Y contemplaba tu tumba, en donde resalta tu nombre, pensando en lo efímero de la vida, en el estar y no estar de un momento a otro, y en cómo puede algo consumir de prisa sueños, emociones, proyectos, la ilusión de la vida eterna terrenal. Por mis mejillas resbalaban, tímidas, lágrimas que me hacían extrañarte aún más, el poder hablar de cualquier tema, discutir de política, de educación, de tantas cosas, tata..., quizás pensar en la familia unida que alguna vez fuimos. Y descubro que mi madre te extraña cada noche y que yo necesito contarte lo grande que estoy, lo firme que me mantengo en mis proyectos, lo que quiero de mi vida, contarte de mi Ale, a quién tanto amo, de mis hermanos, de mi vida.
Y pese a que no estás físicamente, sé que me estás acompañando donde sea que esté, y cada vez que te necesite podré mirar al firmamento y hablarle a las estrellas, esas que sólo tú sabes encender bien para no apagar la luz de nuestras almas.
Te quiero tata, y te extraño muchísimo.-